La ciencia de observar no el presente, sino el pasado
La imagen compartida por el primer mandatario de la Unión Americana contiene galaxias de diferentes épocas de la historia del universo. Por ejemplo, el cúmulo de galaxias al centro produjo su luz hace 4,600 millones de años. Esto significa que la luz captada tardó ese tiempo en llegar a la Tierra, por lo cual suele decirse que la astronomía siempre está observando el pasado.
“La luz que sale de cualquier objeto del espacio tiene que viajar para llegar a la Tierra. Por ejemplo, la luz de la Luna tarda un poco más de un segundo en llegar a nosotros; la del Sol tarda ocho minutos; la de la estrella más cercana (Próxima Centauri) le toma cuatro años. Entonces en esos casos vemos la Luna, el Sol y Próxima Centauri como eran hace poco más de un segundo, ocho minutos y cuatro años, respectivamente”, dice Lorena Arias.
Ávila-Reese también afirma que en dicha imagen se colaron algunas estrellas, las cuales son cercanas de nuestra propia Vía Láctea. Estos son objetos puntuales y producen en la lente del telescopio un efecto óptico llamado picos de difracción.
“Eso explica los picos que salen de las estrellas. Los astrónomos típicamente enmascaramos esas estrellas con técnicas de procesamiento de imágenes a fin de que no contaminen la tenue y valiosa luz que proviene de las distantes galaxias”.
El 12 de julio, la agencia espacial estadounidense (NASA) difundió otras imágenes obtenidas por el telescopio espacial James Webb. Y confirman lo mismo que la primera imagen: la superioridad para ver objetos astronómicos con mucho más detalle.
Esto debido a que el James Webb cuenta con la capacidad de percibir luz en el infrarrojo cercano, medio y lejano, mientras que el Hubble observa solamente en el infrarrojo cercano y el óptico.
“Cuando decimos óptico o luz visible, nos referimos a lo que podemos observar con nuestros ojos. La luz visible solamente se encuentra en una región, la más pequeña de todas, de algo muy grande llamado espectro electromagnético, que contiene microondas, ondas de radio, infrarrojo, ultravioleta, entre otras ondas”, aclara Martínez Gordillo.
El James Webb cuenta con una sensibilidad tan alta que, según Ávila-Reese, podría medir desde la Tierra la temperatura de un insecto en la Luna.
Por otro lado, Lorena Arias apunta que el Hubble tiene un diámetro de dos metros, mientras que el James Webb cuenta con un diámetro de seis y medio metros para captar luz, por lo cual el segundo de ellos dispone de mayor capacidad para detectar cuerpos celestes.
Sin embargo, el nuevo telescopio también tiene sus limitaciones. Hay dos regiones del universo que no podrá detectar como lo expone a continuación Alejandro Cristian Raga Rasmussen, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares, de la UNAM.
“No podrá ver zonas muy lejanas, más allá del horizonte actual del universo (es de donde recién nos está llegando la radiación producida en el Big Bang). Esta región del universo es en principio no observable (por ningún instrumento).
Tampoco podrá detectarse el interior de nubes moleculares muy densas, dentro de las cuales se forman muchas de las estrellas. Estas zonas tienen mucho polvo interestelar (parecido al hollín que sale de los escapes de los camiones) a través del cual no se ve nada en longitudes de onda ópticas ni infrarrojas. Estas zonas polvosas son transparentes sólo en ondas de radio”.