OPINIÓN: Donald Trump y Angela Merkel, la pareja dispareja
Nota del editor: David A. Andelman es editor emérito del World Policy Journal y miembro de la junta de colaboradores del diario estadounidense Usa Today. Es autor del libro A Shattered Peace: Versailles 1919 and the Price We Pay Today. Síguelo en Twitter como @DavidAndelman . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — En la Casa Blanca pusieron la alfombra roja para dar la bienvenida a Angela Merkel. Esto debería ser motivo de celebración. En términos ideológicos, Merkel es probablemente la gobernante más conservadora de uno de los países más importantes de la Unión Europea.
Pero miren, esta dama también es lo más cercano a un "canciller de hierro" desde que Bismarck gobernó a Alemania hace dos siglos. Es dura; lleva tres mandatos y va por el cuarto, y está lista para presentar su agenda a su anfitrión, Donald Trump.
Es probable que su agenda no esté relacionada con la de Trump y ahí es en donde podría haber fricciones… si es que las hay. Esperemos que no.
Es difícil saber qué es lo más importante en la agenda, ya que hay muchos puntos de fricción: Rusia, la OTAN, el comercio, el cambio climático, los refugiados, el contraterrorismo. Por ello, analicémoslos en el orden que deberían llevar.
Rusia
Ningún líder occidental conoce a Vladimir Putin mejor que Angela Merkel. A pesar de que encabezaba la presión europea para implementar sanciones más estrictas a Rusia por haberse apoderado de Crimea y por sus incursiones en el este de Ucrania, Putin respeta su firmeza y su duración en el cargo.
De hecho, Merkel habla por teléfono con Putin prácticamente cada semana. Les ha dicho a sus confidentes que cree que es un deber esencial. Putin tiene que escuchar a personas ajenas a su círculo más íntimo en el Kremlin. Si no hablaran regularmente, no lo haría… lo que podría ser una catástrofe para Occidente.
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Si hay alguien que puede explicarle a Trump cómo es Putin, es Merkel. Esperemos que Trump tenga la paciencia y la sensatez de poner atención a las lecciones.
La OTAN
Merkel debería sentirse satisfecha de que algunos de los representantes de Trump hayan expresado que el compromiso con la OTAN será un tanto más flexible que lo que se propuso en la campaña presidencial.
A pesar de todo, Trump sigue exigiendo que los países miembros de la OTAN aumenten su gasto en defensa al 2% de su PIB. Solo cuatro países pudieron llegar a ese nivel en 2016: Grecia, Estonia, Reino Unido y Polonia.
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Alemania ocupó el sitio 14 con apenas el 1.2% de su PIB. Sin embargo, esa cifra equivale a 37,000 millones de euros (alrededor de 740,000 millones de pesos) y llegará a los 39,200 millones de euros para 2020 (aproximadamente 784,000 millones de pesos).
"Vamos por el camino correcto, pero no podemos hacerlo en un año", dijo Ursula von der Leyen, ministra de Defensa de Alemania, en entrevista con Reuters . Sin embargo, con un incremento de 54,000 millones de dólares (alrededor de un billón 80,000 millones de pesos) en el gasto en defensa en el presupuesto de Trump y la aportación del 3.6% del PIB estadounidense a la OTAN (tres veces la aportación de Alemania), el tema podría ponerse candente.
Trump debería poner atención al muy sensato razonamiento de Merkel: ningún país está aislado y que, como señaló su ministra de Defensa, "lo más importante es la confiabilidad".
Comercio
Esta clase de cuestiones económicas están íntimamente relacionadas con el comercio. En 2016, Alemania reportó un superávit comercial de 65,000 millones de dólares (alrededor de un billón 300,000 millones de pesos) con Estados Unidos y en lo que va del año ha superado los marcadores del año pasado.
Durante su campaña, Trump amenazó con imponer un arancel del 35% a las automotrices alemanas que exportan sus productos a Estados Unidos. Sin embargo, Merkel podría hacer notar que en 2015, la inversión directa de Alemania en Estados Unidos alcanzó los 225,000 millones de dólares (alrededor de 4 billones 500,000 millones de pesos).
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Muchas de las plantas armadoras de las automotrices alemanas en Estados Unidos emplean a 670,000 trabajadores estadounidenses que producen autos para el mercado estadounidense. La inversión estadounidense en Alemania fue de menos de la mitad.
Pocas cosas le importan tanto a Trump como las negociaciones comerciales, así que Merkel y Trump podrían llegar a acuerdos reales. Aunque Trump ha condenado el comercio multinacional y los acuerdos arancelarios como la Alianza Transpacífico, Merkel conserva la esperanza de salvar el pacto para la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión.
Como la Unión Europea se considera una unidad arancelaria, tal vez no sea tan difícil para Merkel convencer a Trump que la ATCI es sencillamente un buen pacto comercial bilateral.
Cambio climático
Merkel ha sido una de las principales partidarias del acuerdo de París para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y para detener el calentamiento global.
Como la Administración para la Protección Ambiental de Estados Unidos sufrió uno de los mayores recortes en el nuevo presupuesto y Trump redujo los estándares de economía de consumo de combustible para las automotrices estadounidenses, es difícil que lleguen a alguna clase de acuerdo en esta reunión.
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Pero tengan por seguro que Merkel presentará un argumento de apertura en el que seguramente será un tema prolongado y contencioso.
Los refugiados y el contraterrorismo
Uno de los temas más sujetos a la clase de discurso que podría envenenar las relaciones entre ambos líderes es el de los refugiados. Durante su campaña, Trump dijo que Merkel es "una líder mundial verdaderamente genial" y luego se le ocurrió decir que estaba "arruinando" a su país al aceptar a cientos de miles de refugiados sirios, que de acuerdo con Trump ocultan a hordas de terroristas.
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No perdió tiempo de fanfarronear que "se ha demostrado que estoy en lo correcto" cuando ocurrió el ataque de un terrorista tunecino en Berlín en Navidad de 2016.
Ahora que un juez federal estadounidense suspendió el decreto más reciente de Trump y que Merkel se enfrenta a ataques internos de parte de quienes se oponen a su reelección, parecería que ambos necesitan reforzarse mutuamente, o al menos trazar un plan para reducir la temperatura retórica.
Medirse mutuamente
Sobre todo, Merkel está en Estados Unidos para medir al sucesor de Barack Obama, con quien tuvo una relación notablemente amistosa. Está claro que hay mucho en juego en esta reunión: el futuro de la Asociación Transatlántica, el liderazgo de Alemania en Europa, el frente unido contra las agresiones de Rusia, miles de millones de dólares en operaciones comerciales e inversiones y el frente común ante el terrorismo.
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Sin embargo, no se trata de una reunión entre iguales. Merkel llega a esta sesión definitivamente a cargo en una época en la que el poder electoral del populismo estilo Trump en Europa ha quedado en entredicho por la derrota del candidato de la extrema derecha a primer ministro de Holanda en las elecciones del martes 14 de marzo. Por otro lado, Trump está bajo ataque de todos los frentes; muchas de sus prioridades siguen sin realizarse y están fuera de su alcance. Esta dinámica, más que nada, es la que amenaza la culminación positiva de este encuentro.
Donald Trump también podría disfrutar del reflejo de la popularidad de Merkel, aprender y sacar provecho de sus muchos años de poder y gloria incuestionables.
Pero hay límites. Merkel no va a ir a Mar-a-Lago.
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