OPINIÓN: Después del ataque en Londres, el miedo no debe dictar las políticas
Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton, además de miembro numerario de New America. Escribió los libros Jimmy Carter y The Fierce Urgency of Now: Lyndon Johnson, Congress, and the Battle for the Great Society. También es conductor del podcast Politics & Polls. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Estados Unidos no debe dejar que el miedo dicte las políticas ni los proyectos. Sin embargo, en cuanto se dio a conocer la aterradora noticia de los atentados en Londres , Donald Trump tuiteó: "Tenemos que ser inteligentes, estar alertas y ser duros. Necesitamos que los tribunales nos devuelvan nuestros derechos. ¡Necesitamos la prohibición a la inmigración para tener un nivel adicional de seguridad!". Trump, quien se está preparando para llevar su decreto antiinmigrantes a la Suprema Corte, eligió como justificación este momento en el que reina el miedo con el fin de que el pueblo respalde su polémico decreto.
Con otros tuits, siguió enlazando su discurso de campaña con los atentados. "Tenemos que dejar de ser políticamente correctos y ponernos a trabajar para dar seguridad a nuestro pueblo". En otro tuit, arremetió contra los defensores del control de armas de fuego. "¿Notaron que no estamos hablando de armas en este momento? ¡Eso se debe a que usaron cuchillos y una camioneta!".
Estos tuits deberían servir para que el Congreso reflexione. Hemos tomado muchas malas decisiones políticas en épocas de temor. Cuando hay amenazas a nuestra seguridad nacional, ya sea en el país o en el extranjero, el gobierno toma rumbos contraproducentes… que a veces empeoran las cosas. Aprovechando el miedo del electorado, los políticos han implementado políticas que coartan nuestras garantías individuales, que nos enredan en batallas onerosas y letales que tienen poco que ver con la amenaza a la que enfrentamos y que socavan nuestra imagen en el exterior. Este bien podría ser uno de esos momentos.
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Las leyes sobre extranjeros y sedición de 1798 nos hicieron comenzar con el pie izquierdo. Mientras Estados Unidos se preparaba para una posible guerra con Francia, el entonces presidente, John Adams, y el Congreso controlado por los federalistas implementaron una serie de leyes que hacían más estrictas las restricciones al acceso de los inmigrantes a la ciudadanía y que permitió al gobierno apresar y detener a ciudadanos a los que consideraba peligrosos. El objetivo de estas leyes era el partido de oposición, que en ese entonces se llamaba Partido Democrático Republicano, así como cualquier otra amenaza real o externa.
Durante la Guerra Civil, una de las decisiones más polémicas del entonces presidente Lincoln fue suspender la garantía de habeas corpus, con lo que podían detener indefinidamente a "personas desleales" sin juicio en una época en la que había gran inestabilidad en los estados fronterizos.
Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno federal y los grupos de autodefensas ciudadanos hicieron redadas contra los inmigrantes alemanes porque en ese entonces su país estaba en guerra con Estados Unidos. El 4 de abril de 1918, un grupo de borrachos linchó a un estadounidense de ascendencia alemana, llamado Robert Prager, en Illinois. El Congreso impuso penas severas para quienes enviaran material "traidor" por correo, pena que se impuso a revistas que se oponían a la guerra, tales como The Nation. Finalmente, el fiscal general de esa época, Mitchell Palmer, ordenó que se llevaran a cabo redadas para atrapar a inmigrantes sospechosos y deportarlos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Franklin Roosevelt autorizó el encarcelamiento de estadounidenses-japoneses por temor a que no fueran leales al país. A principios de la Guerra Fría, el senador Joseph McCarthy arremetió contra presuntos comunistas que vivían en Estados Unidos y destruyó la vida y la carrera de muchas personalidades de la izquierda que quedaron atrapadas en esta cruzada.
Como sigue habiendo ataques contra civiles por parte de personas relacionadas directa o indirectamente con ISIS, corremos el riesgo de volver a cometer el mismo error. Los tribunales bloquearon el decreto antiinmigrantes que Trump propuso , dirigido a algunos países mayoritariamente musulmanes, porque viola las disposiciones de la Primera Enmienda sobre libertad de cultos. La mayoría de los expertos coincide en que el decreto antiinmigrantes no serviría para detener la clase de ataques que han estado ocurriendo en ciudades de Europa porque la mayoría de los atacantes son locales . De hecho, en el decreto no se contempla a los países de los que provenían los terroristas del 11-S. Arabia Saudita (uno de los países del que provenía la mayoría de los atacantes del 11-S) acaba de recibir un enorme paquete de asistencia de parte de Trump .
El decreto también dificultaría el trabajo de los agentes de los servicios de inteligencia en las comunidades en las que se gestan las posibles amenazas porque crearía una barrera innecesaria entre los agentes federales y los ciudadanos patriotas y obedientes que están dispuestos a ofrecer la ayuda que tanto se necesita. Peor aún, el decreto fomentaría el extremismo porque sería la mejor propaganda sobre la guerra de Estados Unidos contra los musulmanes.
En vez de escribir tuits sobre el decreto antiinmigrantes, sería mejor que Trump se concentrara en medidas que de verdad servirían. Las ciudades y los suburbios tienen que mejorar su infraestructura de protección con barreras mejoradas y puntos de revisión en zonas vulnerables. El gobierno federal tiene que dar más recursos para mejorar las investigaciones que servirán para descubrir las amenazas antes de que se manifiesten. El presidente de Estados Unidos tiene que fortalecer (no debilitar) las relaciones con sus aliados en Europa, quienes son esenciales para contrarrestar la amenaza terrorista.
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Necesitamos un Departamento de Estado con personal completo para que puedan llevar a cabo las negociaciones diplomáticas con los aliados que servirán para crear alianzas contra los terroristas. Estados Unidos también tiene que seguir ganando terreno en Siria e Iraq, frente de la guerra contra ISIS.
Podemos tomar a Londres como ejemplo de cómo avanzar. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, dijo a los habitantes de su ciudad, tras estos atentados "cobardes" y "bárbaros", que "no hay razón para alarmarse" por el aumento de la presencia policiaca en la ciudad. Les recordó que Londres es una de las ciudades más seguras del mundo y que es necesario proteger sus instituciones democráticas y sus valores en vez de permitir que los terroristas los destruyan. Khan dijo: "Hoy todos estamos impresionados y furiosos… pero esta es nuestra ciudad. Nunca dejaremos que estos cobardes ganen y el terrorismo nunca nos intimidará".
Trump sacó los comentarios del alcalde de contexto y tuiteó: "¡Al menos siete muertos y 48 heridos en el atentado terrorista y el alcalde de Londres dice que 'no hay razón para alarmarse'!".
Poco después de que Trump enviara su tuit, Brendan Cox, esposo de la legisladora británica Jo Cox, quien murió a manos de un hombre que tenía ideas de extrema derecha, tuiteó en respuesta: "Usted representa lo peor de su país; @SadiqKhan representa parte de lo mejor del nuestro".
Trump, quien indudablemente está en desacuerdo con esta afirmación, haría bien en hacer caso de esta advertencia.
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