OPINIÓN: La reticencia a aprender una segunda lengua, el obstáculo a vencer
Nota del editor: Fernanda Diez-Torres es directora de Relaciones Institucionales del Centro de Estudios Económicos Espinosa Yglesias. La puedes seguir en Twitter como @Fer10Torres. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
(Expansión) — “La exposición desde una edad temprana a las realidades del mundo es muy importante, parte de ello es aprender otros idiomas”. Bill Gates.
Algo no cuadra. La obligatoriedad de la enseñanza del idioma inglés en la educación secundaria mexicana se remonta a 1926. Sin embargo, según Consulta Mitofsky, en el 2013 sólo el 11.6% de los mexicanos hablaba inglés. A su vez, en la Encuesta de Bienestar Autorreportado (2012) del INEGI, solo un 9.4% de los reportados mencionó dominar el inglés y otro 9% otra lengua adicional.
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Sorprende también el que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), reporte que el 48% de sus instituciones incluye el inglés como materia obligatoria, y el 41% exige como requisito, para titularse, el que los próximos “profesionistas” hablen un segundo idioma.
En el índice anual EPI (English Proficiency Index, -índice de nivel de inglés), publicado por EF (Education First), México se encuentra en el deshonroso 43° lugar de 72 países, y en donde solo la Ciudad de México alcanza el nivel medio de aptitud en dicho idioma, siendo el nivel bajo o muy bajo para el resto de las poblaciones.
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¿Pero qué pasa cuando algo es obligatorio y no funciona? Para que pase, se deben rompen paradigmas, e iniciar su aprendizaje desde muy pequeños. Esto lo que propone el nuevo plan de estudios presentado por el gobierno federal, donde el inglés deberá enseñarse desde el nivel básico –preescolar, primaria y secundaria. Se espera con ello lograr en 20 años que el total de escuelas de nivel básico sea bilingüe.
nullEl inglés e vuelve un requisito indispensable en un mundo cada día más globalizado, donde según el British Council, una de cada cuatro personas –a nivel mundial- habla dicho idioma.
Durante el primer año, la SEP estará abocada a encontrar 1,000 maestros que cumplan con el examen de dominio de la Universidad de Cambridge y otro de aptitud para dar clases. Falta un largo trecho, pues solamente 40,000 escuelas en este momento cuentan con maestros bilingües (se desconoce su nivel de inglés) y se requieren para otras 160,000 escuelas. Aun así, es un inicio serio.
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El proyecto federal se asemeja al programa de inserción de Chile en el mundo global, el cual busca también elevar el nivel de inglés de los alumnos. Chile va más lejos y lo amplía a una formación inicial y continua de docentes de inglés e inglés con propósitos específicos.
En el largo plazo, Chile planea implementar la obligatoriedad de la enseñanza de matemáticas y ciencias en inglés. También utilizan el Cambridge Placement Test (CPT) para sus maestros. Aunque ellos tienen como objetivo, que en seis años, el 90% de su profesorado haya aprobado dicho examen.
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Para nuestro país es un proyecto ambicioso y requisito fundamental para impactar en la competitividad. ¡No debemos olvidar lo poco que hablamos inglés más allá de su obligatoriedad casi centenaria! Aprender inglés no sólo es una decisión de Estado o de las universidades que lo exigen.
La reticencia a aprender una segunda lengua es un obstáculo a vencer. Ya sea por los maestros o por los alumnos. Se requiere un esfuerzo extra. Tal vez, con buenos maestros e iniciando su estudio en los primeros años, se logre hablar la lengua que domina el mundo.
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No sobra subrayar que los profesionales en México que dominan el inglés tienen un sueldo aproximadamente 28% superior a los que no lo hablan. El asegurar que la mayor parte de la población le domine, disminuiría costos de traducción, de entendimiento, mejoraría la competitividad, y también ayudaría muchísimo a la industria del turismo no solo con el mercado anglosajón, sino con turistas de todo el orbe.
Si comprendemos que esta propuesta no es electorera, ni de corto plazo, ni una ocurrencia sexenal, y tanto maestros como alumnos se aplican en entender la lengua de Shakespeare y no solo memorizarla, tal vez dentro de 20 años, seamos no solo un país bilingüe, sino prueba fehaciente que “Mexico is F… good in whatever we work hard for”.
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