OPINIÓN: Hay mucho en juego para Estados Unidos y para Trump en la ONU
Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton. Escribió el libro The Fierce Urgency of Now: Lyndon Johnson, Congress, and the Battle for the Great Society. También es conductor del podcast Politics & Polls. Síguelo en Twitter en @julianzelizer . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Donald Trump se dirigirá a la Asamblea General de Naciones Unidas el martes 19 de septiembre. Así, el presidente que dice que "Estados Unidos es primero" tratará de apelar a la institución a la que ha insultado, menospreciado y atacado una y otra vez.
El mundo estará muy atento; hay mucho en juego.
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Las tensiones con Corea del Norte han llegado a un punto de ebullición. La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, una de las voces más sensatas del gobierno estadounidense, advirtió que si las medidas diplomáticas fallan, el secretario de Defensa, James Mattis, "se encargará de esto".
Así, con la posibilidad de un conflicto militar de importancia sobre la mesa, la capacidad de Trump de fortalecer una coalición internacional de apoyo a través de su discurso será vital.
Es probable que también haya gran interés en el tema del cambio climático y en qué hará Estados Unidos al respecto a final de cuentas. De hecho, este discurso seguirá a las declaraciones contradictorias sobre el retiro de Trump del Acuerdo para el Clima de París . 195 países, incluido Estados Unidos, firmaron el pacto, al que se considera esencial para revertir el daño causado por el calentamiento global.
No sabemos qué va a decir Trump, cómo se va a presentar ni qué mensaje en general transmitirá. Sin embargo, será un discurso de importancia.
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Muchos presidentes han usado su discurso ante la ONU para delinear su visión del rol de Estados Unidos en el mundo o para alcanzar un objetivo político específico.
Aunque no es realmente un estudiante de la historia, Trump debería echarle un vistazo a alguno de estos discursos presidenciales que hicieron la diferencia.
Harry Truman fue el arquitecto de las políticas de Estados Unidos durante la Guerra Fría. Mientras el líder de la delegación rusa escuchaba justo frente al podio, Truman usó su discurso en la sesión de apertura de la Asamblea General de la ONU para explicar el significado de su política para Estados Unidos y el mundo. "Esta reunión de la Asamblea simboliza el abandono de la política de aislamiento de Estados Unidos. La abrumadora mayoría de los estadounidenses, sin importar su partido, respalda a Naciones Unidas".
Este discurso tuvo lugar en un momento crítico de la historia estadounidense: el país seguía decidiendo cuál sería su postura en el escenario mundial de la posguerra. Aunque había voces poderosas en Washington que pugnaban por limitar el involucramiento de Estados Unidos en el extranjero (como la de Robert Taft, senador por Ohio), Truman respaldó firmemente el internacionalismo liberal. Estados Unidos no se enfrentaría a esto solo.
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Cinco meses después de la humillación de las fuerzas estadounidenses en Bahía de Cochinos, en las costas de Cuba, JFK se presentó ante Naciones Unidas. Kennedy no era un pacifista, pero dio un discurso poderoso que subrayaba la necesidad de aplicar soluciones no militares a las tensiones entre Estados Unidos y los soviéticos.
Explicó que la ONU era la institución que encarnaba mejor este objetivo. "Porque en el desarrollo de esta institución yace la única alternativa auténtica a la guerra… y la guerra ya no parece ser la alternativa racional. La guerra incondicional ya no puede llevar a la victoria incondicional".
Hizo un llamado a una "carrera por la paz" para reemplazar a la carrera armamentística y pidió que se iniciaran las negociaciones para el desarme, así como a trazar un plan "realista" para lograrlo. "Cada hombre, mujer y niño vive bajo una espada de Damocles nuclear que pende del hilo más delgado y que es capaz de romperse en cualquier momento por accidente, por error de cálculo o por locura".
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Aunque el legado de Kennedy se relacionaría finalmente con la intensificación de la guerra de Vietnam, en su discurso ofreció una visión alterna de cómo la cooperación internacional era la única vía de avance para el mundo.
En su primer mandato, el discurso agresivo y la negativa a entablar negociaciones con la Unión Soviética de parte de Reagan crearon una atmósfera tensa en la que se temía realmente la posibilidad de una guerra nuclear.
El 20 de noviembre de 1983, cuando la televisora ABC transmitió la película El día después (que trata sobre el impacto de una guerra nuclear en un pueblo de Kansas), los estadounidenses quedaron aterrados porque para muchos, esta era una posibilidad real. Como se dio cuenta de que la situación se había deteriorado, Reagan empezó a "dar un giro de 180 grados" cuando se dirigió a la ONU en septiembre de 1984.
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Reagan señaló a los representantes soviéticos y a los estadounidenses que estaban sentados frente a él, y dijo: "En esta sala de asambleas históricas, está claro que no hay gran distancia entre nosotros". Ese discurso fue el comienzo de una nueva actitud de parte de Reagan y culminó en el histórico tratado de fuerzas nucleares de rango intermedio (INF, por sus siglas en inglés), en 1987.
George H.W. Bush fue el comandante en jefe de las fuerzas armadas estadounidenses en un momento crítico de la historia mundial: la Unión Soviética literalmente se derrumbó durante su mandato. Así, en su discurso ante la ONU, tuvo que lograr un equilibrio delicado.
Si hablaba demasiado y parecía que estaba fanfarroneando, sus palabras podrían salir contraproducentes. Bush también tuvo que asumir la carga de explicar cómo Estados Unidos manejaría los asuntos internacionales ahora que había triunfado sobre el comunismo.
Todo esto se volvió particularmente pertinente luego de que Iraq invadiera a Kuwait, en 1990, acontecimiento que desató una crisis internacional. En su discurso ante la ONU, Bush dejó en claro que Estados Unidos seguía comprometido firmemente a trabajar a través de alianzas internacionales. Delineó su visión de lo que llamaba "el nuevo orden mundial", que había negociado con el Congreso.
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"Tenemos la visión de una nueva sociedad de naciones que trasciende a la Guerra Fría: una sociedad basada en la consulta, la cooperación y la acción colectiva, especialmente a través de organizaciones internacionales y regionales".
Con el discurso, reafirmó su compromiso con el mundo a trabajar a través de instituciones como la ONU. Respaldó lo dicho al crear una coalición sin precedentes contra Iraq, a través de la que llevó a cabo las operaciones militares.
En septiembre de 2016, a tan solo tres meses de las elecciones que sacudirían a Estados Unidos, pareció que Obama vio las señales. Dio su último discurso ante la ONU y advirtió de los peligros para la estabilidad mundial que representan los impulsos nacionalistas que se extienden por Europa y Estados Unidos.
Al referirse al discurso de campaña del entonces candidato Trump, dijo: "Lo único que logrará un país rodeado por muros es aprisionarse. En este momento, todos tenemos que tomar una decisión. Podemos optar por avanzar con un mejor modelo de cooperación e integración o podemos retirarnos a un mundo profundamente dividido y, a final de cuentas, a los viejos conflictos por cuestiones de nación, tribu, raza y religión".
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Ese discurso sigue siendo un mandato poderoso ante los riesgos a los que el país se enfrenta si Trump sigue por la misma vía nacionalista.
Cuando los presidentes de Estados Unidos se dirigen a la ONU, sus palabras tienen gran trascendencia y resuenan a través de los corredores de la historia.
Esta semana, las palabras, la conducta, el significado y el mensaje de Trump pueden ser esenciales para determinar si puede mantener las alianzas internacionales que Estados Unidos necesita desesperadamente para alcanzar sus objetivos… o si Obama fue más profético de lo que habría deseado.
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