OPINIÓN: Sin libertad de prensa no hay democracia
Nota del editor: Este es el siguiente artículo de la serie de CNN Opinion sobre los desafíos a los que se enfrenta la prensa, que está bajo ataque de los críticos, los gobiernos y la tecnología cambiante. Christiane Amanpour , jefa de corresponsales internacionales de CNN. Síguela en Twitter en @camanpour .
LONDRES (CNN) — Hace unos días se celebró el Día del Armisticio en Reino Unido.
Estoy segura de que estas ceremonias también se llevan a cabo en otras partes del mundo, pero de alguna forma, parece que Reino Unido es el lugar adecuado para rendir honores al servicio, al sacrificio y a la manera en la que este pequeño país reunió a sus amigos para formar una coalición poderosa que derrotó la tiranía monstruosa, no una vez, en la Gran Guerra, sino de nueva cuenta en la Segunda Guerra Mundial.
Así, observar el Domingo de Conmemoración es un ejercicio anual de humildad, reverencia, gratitud y, sobre todo, de asegurarse de no olvidar tanto sacrificio y abnegación.
OPINIÓN: Sin libertad de prensa, la democracia muere
Ser testigo de la reunión de la reina y los miembros de la familia real, la primera ministra y todos sus predecesores vivos, los líderes de todos los partidos políticos, los líderes de más de una docena de religiones, las fuerzas armadas y las docenas de países de la mancomunidad, una mañana fría y soleada de domingo, para colocar las guirnaldas de amapolas rojas al pie del Cenotafio en Whitehall es un recordatorio severo, en nuestros tiempos tribales, de la humanidad que compartimos, de la comunidad colectiva, de los valores y los propósitos comunes.
Este ejercicio nos deja ver cómo es que nuestras democracias han sobrevivido. Siempre me conmueve, pero para mí; la razón por la que esto es importante es que también tiene que ver con los hombres y mujeres que se dedican a lo mismo que yo: periodistas que nunca han abandonado el frente de la batalla por la verdad.
nullEn estas ceremonias no se recuerda a nuestros caídos, pero sin la verdad que buscamos no hay democracia, solo dictadura. Sin la verdad que buscamos no hay Estado de derecho, solo anarquía y destrucción. Sin la verdad, solo hay mentiras que nos sumen en una niebla peligrosa de confusión… sin saber por dónde ir ni a quién recurrir. Esta pesadilla distópica es particularmente aguda hoy en día.
Cada año, muchos periodistas resultan heridos o mueren en esta gran batalla. Hace apenas unos meses, en Malta, una valiente reportera, de nombre Daphne Caruana Galizia, voló en pedazos en un ataque que suele verse solamente en zonas de guerra: con un dispositivo explosivo improvisado.
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Imagínenselo por un momento. Era una periodista investigadora, dedicada a la igualdad de oportunidades y a lucha contra la corrupción, tanto en el gobierno como en la oposición. Su última publicación incluyó las palabras inmortales: "Hay ladrones en donde quiera que mires. La situación es desesperada".
Media hora más tarde, había volado en pedazos a causa de un coche-bomba. Afuera de su casa. En Europa. Piénsenlo: en Europa.
No debería, pero en efecto parece mucho más inaceptable que la detención y el asesinato de nuestros colegas y que el ataque contra la libre expresión de parte de los mismos de siempre; todo esto ocurre a ritmo acelerado en Turquía, México, Filipinas, Irán, Arabia Saudita, India, Myanmar… la lista sigue.
Cuando los periodistas no mueren a sangre fría, tropiezan bajo el peso de la censura y de las acciones jurídicas espurias.
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Este ataque contra la verdad y los hechos ha llegado a la tierra de la Primera Enmienda, a la prensa constitucionalmente libre, al Cuarto Poder.
En el año que ha transcurrido desde que Donald Trump resultó electo presidente de Estados Unidos de América, él y sus seguidores han recurrido a las "noticias falsas" como arma política para someternos a golpes.
No nos rendiremos ni nos doblegaremos, pero estamos sangrando.
Hay dos clases de noticias falsas: primero, esa que se conoce como "mentira"; segundo, esa que, en otras palabras, significa "no me gusta lo que dices sobre mí".
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Ninguna es legítima. Ambas están arraigadas en nuestra conversación. El Diccionario Collins eligió "noticias falsas" como palabra del año, hace unos días. La noticia más aterradora es que funciona con las mayorías en algunos estados porque simplemente se niegan a creer en los hechos.
Parece que cada semana despertamos para encontrarnos con más malas noticias sobre el uso de las redes sociales como armas; Facebook reconoció que una fábrica de troles relacionada con el Kremlin dirigió sus embates contra alrededor de 150 millones de usuarios con la intención de influir en ellos durante las elecciones de 2016.
nullCNN dio a conocer hace poco que los troles rusos invadieron el ciberespacio el día del referéndum sobre la Unión Europa en Reino Unido, el 23 de junio de 2016, para fomentar el sentimiento a favor del brexit mientras la gente emitía su voto.
Lo más escalofriante es que, según un informe, uno de los lugares más peligrosos para ser reportero en el Estados Unidos actual es un mitin de Trump . Supongo que no es tan sorprendente. Después de todo, ha llamado a toda la prensa "enemigos del pueblo estadounidense".
OPINIÓN: Sin periodistas no puede existir la democracia
En esta época del año, haríamos bien en recordar que, en realidad, somos los mejores amigos del pueblo. Recordemos que, en cualquier parte del mundo, solo la verdad por la que luchamos garantiza la libertad. Las mentiras por las que no se rinden cuentas solo llevan a la esclavitud.
Los periodistas seguiremos librando esta batalla. No se debe satanizar a la prensa libre.
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