Vivimos en una era difícil para comunicarnos hasta entre nosotros mismos, como bien lo han ilustrado algunos de los caricaturistas más famosos del país; las calles, las redes sociales y hasta las comidas familiares se han convertido en un campo de batalla para depurar contrarios. Chairos, fifís, feminazis, inventadas, wannabes y demás términos hostiles del slang actual, son el reflejo de lo que los seres humanos piensan; éste es el hábitat por default en el que la publicidad existe y convive.
¿Qué alternativa tenemos para reencontrarnos y construir un engagement verdadero dentro de esa batalla campal? En un universo multiplataforma, lleno de disrupciones tecnológicas y donde el journey de consumo cada vez tiene más puntos de contacto, existe un gran aliado para el marketing: el nuevo branded content.
Le llamo nuevo pues, aunque para muchos es una herramienta conocida desde hace años, hoy nos encontramos en el clímax de su reinvención. Por definición, se trata de un contenido publicitario en el que la marca o producto se colocan en un segundo plano poniéndose a disposición absoluta del poder de la narrativa para cautivar e influir a la audiencia.
Hoy, la creatividad ya no puede ser aleatoria o estar basada en un destello de inspiración.