Lecciones de liderazgo tras nadar los siete mares
Antonio Argüelles no era el estudiante ideal. Su hiperactividad provocó que su periodo durante la educación primaria estuviera lleno de sermones y discusiones. Hasta que descubrió a la natación. “Todos tenemos una roca. Para algunos es la familia, para otros es la religión, la mía es nadar”, explica.
A partir de que comenzó a incursionar en el deporte, su vida se comenzó a equilibrar. Mejoró en la escuela, su disciplina e, incluso, a los 14 años ya tenía un negocio de venta de googles y trajes de baño.
La disciplina y concentración que requería la este deporte también contagió al resto de su vida. Su carrera era prometedora y ya entrenaba rumbo a las Olimpiadas de 1976 y 1980, cuando los resultados, por debajo de lo que espera, le llevaron a tomar la decisión de dejarlo. Poco a poco, dejó de nadar, pero nunca se apagaron sus ganas de hacerlo.
Decidió afrontar el reto de los siete mares: realizar siete nados de alto grado de dificultad en canales alrededor del mundo. “Siempre he tenido sueños y no me importaba la edad, yo iba a cumplirlo”, detalló durante su participación en el Sport Innovation Summit.
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Tras volver a nadar y entrenar, el también director general de Nueva Escuela Tecnológica, proyecto de educación para zonas de bajos recursos, y asesor de la Secretaría de Educación Pública de Puebla y Sonora, consiguió su objetivo. El año pasado, con 58 años y tras concluir el cruce del Canal del Norte, entre la isla de Irlanda y Gran Bretaña, se convirtió en la séptima persona en el mundo en hacerlo.
El camino para lograrlo le dejó lecciones que lo han convertido en líder en su vida empresarial ( y personal. “En todas las acciones en las que debas tomar decisiones para avanzar, es necesario tener el objetivo muy claro y hacer de la mente un jugador a favor”, señaló. Estas son sus claves:
Resuelve tus dudas: Mientras Argüelles nadaba, se cuestionaba por qué lo hacía, qué lograría o qué pasaría si no lo conseguía. El deportista aconseja resolver las dudas y no dejar que confundan la mente. Si alguien se cuestiona sobre si debe seguir adelante, debe hacerlo para saberlo.
Acepta los retos: “Hay que ajustarse, no asustarse”, afirmó Argüelles. Es necesario contar con un plan laboral o de vida, pero hay que aceptar los riesgos y tomarlos, porque esa es la única manera de evolucionar. El deportista y empresario agrega que el dolor ocasionado por fracasos siempre va a existir, así que es mejor arriesgarse con algo que vale la pena.
Da cara a los imprevistos: en uno de sus trayectos de nado, se acercaba una tormenta a más velocidad de lo que se había previsto. Argüelles tenía dos opciones: rendirse o acelerar su ritmo para ganarle a la meteorología. Eligió la segunda opción y el resultado fue exitoso. Ante situaciones que no se tienen contempladas, es mejor resolverlas sin pensarlo que dar un paso atrás, asegura hoy.
Ejercita la mente para la concentración: Tener un objetivo ayuda a vencer los obstáculos, puesto que en el trayecto a cumplirlo se encontrará la manera de realizarlo. El deportista aconseja visualizar los escenarios a los que se quiere llegar y cómo será a al lograr su meta. De esta manera será más complicado distraerse o rendirse en el camino.