Hizo que su división de iluminación fuera un ente independiente -con el nombre de Signify- y que cotizara en la Bolsa de Ámsterdam, así tendría su propia construcción de marca. También reclutó talento tecnológico con miras a que ésta no desapareciera del mercado.
“Se invirtió el 6% de las ventas en investigación y desarrollo, y empezó a entrar mucha gente del sector de la tecnología y de empresas como Samsung y Apple, a fin de permear una nueva cultura en la organización”, dice Pedro Martín, CEO de Signify México.
La apuesta de la compañía estuvo en la iluminación inteligente. Que el foco no solo ilumine en la oscuridad, sino que al ligarlo con una aplicación pueda cambiar la temperatura y el color durante el día o la noche y sincronizarse con el ciclo circadiano del usuario para que esté más activo en la mañana y en la tarde.
Hoy, el CEO afirma que la empresa es un 'gorilla de 800 kilos' en el mundo de la iluminación, dos veces más grande que el competidor más cercano y sus ventas es la suma de los siguientes tres competidores juntos. Sin embargo, para lograr estos resultados, el directivo tuvo que pasar por varias experiencias previas.
Sin envidia ni arrogancia
Pedro Martín es ingeniero Industrial y de Sistemas y cuenta con una maestría en Gestión de Energía por el Tecnológico de Monterrey. Su primera experiencia laboral fue en Nacobre, en hornos de fundición, pero su pasión por las tecnologías de la información lo motivó a cambiar de rumbo.
A finales de 1990 se unió con algunos excompañeros de la universidad para fundar Ceicer, una empresa que representaba a marcas de equipos de telecomunicación en México. “Acababa de llegar Telcel y Telefónica y el boom hizo que nos fuera muy bien. Llegamos a ser más de 110 empleados, nos sentíamos invencibles, los tigres vengadores de las telecomunicaciones, pero la vida tiene esa manera de decirte que no es así”, expresa.
La burbuja se reventó en el 2000. Terminaron con un edificio hipotecado, llenos de inventarios y en menos de dos años la empresa desapareció. Ahí aprendió su primera lección de vida profesional. “Hay muchas maneras de llegar al éxito, pero solo dos que garantizan el fracaso: la arrogancia y la envidia”.
Su capacidad de riesgo para emprender de nuevo era limitada. Para ese entonces ya tenía dos hijos, uno de ellos con necesidades especiales, por lo que su foco estaba en la estabilidad y seguridad financiera. “Me convertí en godín de tiempo completo”.
Trabajó como consultor en Nextone Communications. Se decantó por poder mandar comunicaciones de larga distancia a través de Internet y el costo era cero. En 2008, se sumó a las filas de EnergyGrid Networks (subsisdiara de First Energy), con la misión de atomatizar la red de distribución eléctrica.
Logró abrir algunos mercados en Costa Rica y en Brasil, ya que se conformaron empresas eléctricas privadas con la apertura para invertir en nuevas tecnologías que las ayudara a ser más eficientes. Esto atrajo la mirada de General Electric (GE), quien lo contrató en 2010 para que llevara sus redes de distribución.
Martín la define como la quinta esencia de la empresa americana, con un criterio de evaluación de personal muy radical, pues cada que hacían un análisis, el 10% de la plantilla laboral con los resultados más bajos era despedido, para dar oportunidad a nuevo talento. “Si hubiese una empresa hoy con estas políticas se queda sin empleados”.