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¿Eres un líder democrático? Para poder serlo primero debes conocer a la empresa

El liderazgo democrático aumenta la creatividad, incluye más perspectivas en el proceso de toma de decisiones y construye equipos más fuertes; sin embargo, no es funcional para todas las compañías.
mar 18 abril 2023 04:04 PM
Liderazgo democrático
El liderazgo democrático es, en esencia, un modelo participativo. Permite conocer las preocupaciones de los empleados y aplicar mecanismos para mantener el buen clima organizacional.

Ni buenos ni malos. Para Rodrigo Calderón, consultor principal de RBL Group, una empresa de soluciones en recursos humanos, el mejor estilo de liderazgo es el que involucra a toda la organización desde una perspectiva humana y empática porque es el que genera mayores resultados de negocio: el liderazgo democrático.

“Me parece que hoy lo que las empresas necesitan es un liderazgo en el que somos todos y no uno”, dice. Sin embargo, también es cierto que no hay fórmulas parejas, y lo que es funcional para unos puede no serlo para otros. A su elección, y convicción, está un abanico de estilos para liderar.

El liderazgo democrático se basa en un modelo participativo. Antes de tomar una decisión, el líder consulta con su equipo y valora sus opiniones. Esto fomenta la participación y el compromiso de los trabajadores hacia la empresa.

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Mario Toledo, especialista de investigación del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio, refiere que un estilo de liderazgo democrático es inclusivo. Cada miembro de la organización es valioso y está involucrado en el proceso de toma de decisiones. Regularmente se les solicita a los empleados su aporte y opiniones sobre decisiones relacionadas con próximos proyectos, iniciativas estratégicas o cambios que el equipo o la empresa está considerando.

La responsabilidad también se comparte entre el grupo porque todos pueden expresar su opinión y se sienten empoderados para hablar y tomar una postura porque el líder de su equipo alienta este comportamiento, y escucha activamente, al tiempo que funge de moderador.

En el proceso de liderazgo democrático, las ideas se ofrecen y se reciben sin juicio. Se respeta la diversidad de opiniones y experiencias en el equipo, y todos los puntos de vista se comparten abiertamente para poder tomar una decisión más informada.

El liderazgo democrático también es atómico, apunta Maru Barrios, chief people officer de Rocket Lab. Funciona dentro de un contexto, en determinadas circunstancias, equipos y culturas empresariales y no es una medicina o una solución general o una panacea para las empresas.

“Actualmente, se está utilizando como moda y se llega a decir que cierto tipo de liderazgo es el mejor, como pasa con el liderazgo de servicio, humilde o positivo. Pero para elegir un tipo de liderazgo, es importante entender la cultura de la organización y el momento en el que se encuentra la empresa”.

Ventajas y desventajas

Madalina Secareanu, gerente senior de Comunicación Corporativa en Indeed para Latam, enfatiza que, a diferencia del liderazgo autocrático, donde sólo el líder toma las decisiones y puede generar frustración y desapego de los colaboradores, en el liderazgo democrático la participación de todos brinda diversas ventajas, como la satisfacción y sentido de pertenencia.

También se fomenta la innovación, al tener un diálogo abierto y aportaciones bien recibidas. La diversidad de opiniones permite también abordar los problemas desde diferentes perspectivas, y cada colaborador, de acuerdo con su personalidad, experiencia, creencias e ideas, verá una misma situación de una manera distinta, por lo tanto, aportará soluciones muy diversas. Esto mejora la calidad de las decisiones.

A nivel de equipo, se fomenta un mayor compromiso de los colaboradores al hacerlos parte de decisiones importantes, y esto genera una mayor retención de talento y mayor cohesión, reforzando la visión que tienen los empleados de la empresa, ayudándolos a comprender mejor las motivaciones detrás de una decisión. Gracias a su implicación en el proceso de toma de decisiones, los empleados se sienten más motivados y comprometidos con sus tareas, y esto genera mayor productividad.

A pesar de sus evidentes puntos a favor, este estilo de liderazgo puede mostrar algunos inconvenientes, como un proceso de toma de decisiones más lento. Hay que tomar en cuenta que el liderazgo participativo o democrático es un proceso en el que interactúan varias personas, por lo tanto, hay que programarlo con suficiente anticipación.

Por otro lado, la experta señala que cuando no se plantean adecuadamente los objetivos, algunos empleados pueden sentir que están haciendo el trabajo del líder y sentirse molestos, lo cual puede influir negativamente en su productividad.

Asimismo, se corre el riesgo de tomar decisiones menos informadas si no se da un panorama completo del contexto y una base de información previa a la toma de decisiones, ya que algunos empleados con poco conocimiento sobre el tema podrían aportar ideas menos precisas del problema, debido a que participan personas de diversas áreas en la empresa, algunos tendrán menor conocimiento del tema.

Barrios añade que otra desventaja es si la organización está en una situación de emergencia. No es momento para abrir paso al liderazgo democrático, a menos que el equipo esté altamente entrenado en la toma de decisiones asertivas o que tenga un background de haber estudiado o entrenado en modelos de pensamiento para decidir, como es el “design thinking”, así las personas tienen las herramientas para poder actuar rápidamente.

“Tampoco es útil en una cultura basada en el control. Pensemos en un banco, donde generalmente su funcionamiento es estricto, no te funcionará aquí hacer un liderazgo democrático, ya que sus procesos requieren brindarle a los clientes seguridad versus una cultura democrática que es mucho más colaborativa”, detalla la directiva de Rocket Lab.

¿Dónde se aplica este tipo de liderazgo?

Nora Taboada, coach ejecutiva y fundadora de AFE Liderazgo Consciente, ha visto que este tipo de liderazgo se aplica en culturas organizacionales donde sí hay cierta orientación hacia la persona, así como un enfoque a valorar las contribuciones de los colaboradores.

“Son empresas que ya tienen cierto grado de inclusión y que ya saben desarrollar seguridad psicológica en los equipos porque de esa manera la gente puede contribuir con las ideas. Si la gente no tiene esa seguridad psicológica es muy difícil que levante la mano y contribuya”, comenta.

Si es una cultura súper competitiva que sólo premia los esfuerzos individuales, es muy difícil que se dé un liderazgo democrático, porque entonces todo mundo está cuidando sus propias ideas o su propia carrera o quién se lleva el crédito. Cuando el crédito es para el equipo y se recompensa el trabajo en equipo, florece bien un liderazgo democrático, añade.

Uno de los ejemplos más conocidos por aplicar este estilo de liderazgo podría ser Google, refiere Toledo. Sus empleados son alentados constantemente a participar en reuniones por el valor que los directivos dan a las opiniones e ideas que pueden generar. Otro caso puede ser Muhtar Kent (CEO de Coca-Cola), conocido por distribuir el poder entre varios comités y grupos regionales.

En particular, las compañías de tecnología y desarrollo de software se prestan para este tipo de liderazgo, pues los equipos colaboran y comparten ideas a lo largo del proceso de creación y las iteraciones de sus productos. También las farmacéuticas y hospitales, donde los médicos debaten ideas sobre posibles tratamientos e intercambian su experiencia y conocimientos, agrega Secareanu.

¿Qué se necesita para ser un líder democrático?

Este estilo de liderazgo significa dejar espacio para que varias personas participen en el proceso de toma de decisiones. Esto obliga a que el líder democrático tenga ciertas cualidades y competencias. Taboada comparte las siguientes:

Enfocarse en el desarrollo de la gente. Debe tener gente ya desarrollada para poder invitarlos a que participen de cierta manera. Si la gente es muy nueva en la empresa o en la tarea que está haciendo es mejor un liderazgo directivo en lo que se va desarrollando.

Humildad ejecutiva. Adam Grant autor y psicólogo del Wharton Business School, dice que la humildad ejecutiva se entiende como el continuo cuestionamiento de los métodos, es decir, sin esta humildad del líder es muy difícil que invite a participar a otros en sus procesos de toma de decisiones.

Inclusión. El líder necesita ser inclusivo porque en la mesa puede haber colaboradores que no les guste participar y se quieran mantener al margen, o personalidades introvertidas o más calladas que no necesariamente quieran participar aportando ideas. El líder debe asegurarse que todos los miembros de su equipo se sientan escuchados y que tengan la misma oportunidad de participar y de ejercer esa parte democrática.

Orientación al trabajo en equipo. Alguien con una fuerte orientación al trabajo en equipo, a la parte interpersonal y a estas relaciones colaborativas.

Empoderamiento. Fuerte habilidad para empoderar a otros. Soltar el poder y fomentar la autoconfianza en la gente, así como hacerla participar a un nivel que lleve a un alto desempeño.

Creatividad. Un líder democrático o participativo tiene que explorar nuevas y frescas ideas con la participación de cada uno de los empleados que están en la mesa. Asegurar que haya un flujo de ideas y que la gente desee ‘salir de la caja’.

Imparcialidad y pensamiento crítico. El sentido de la justicia es muy importante, ya que en un proceso democrático donde todos tienen voz, el líder debe ser neutral y transparente. Además, debe ser capaz de ofrecer retroalimentación significativa y constante, así como de un alto nivel de criterio y asertividad para poder resolver opiniones encontradas.

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