Esta realidad, junto con la demanda de nuevas competencias tras la pandemia, hizo que el upskilling y reskilling cobraran relevancia en el mundo laboral. El primero alude a las nuevas competencias por adquirir para optimizar el desempeño de un colaborador, mientras que el segundo se conoce como reciclaje profesional y busca formar a una persona para adaptarla a un nuevo puesto de trabajo.
¿Cómo dar un giro profesional y no morir en el intento?
Para Martin Borchardt, cofundador y CEO de la edtech argentina Henry, lo primero es identificar si se está insatisfecho con la vida laboral y entender si esto se debe a la empresa en la que se trabaja, a las funciones que se realizan o al desempleo como tal.
“Si las funciones, las personas y tu día a día no son lo que te gusta y hace feliz entonces necesitas hacer un cambio. Si sabes lo que te gusta, tienes que ir a buscarlo y explorar otras alternativas”, menciona.
Para ello, aconseja preguntarse: ¿Cómo quiero que sea mi día a día? ¿Con qué tipo de personas quiero trabajar? ¿Quiero un trabajo más tranquilo? ¿Quiero un trabajo de oficina o quiero un trabajo remoto? “Básicamente, entender qué lugar quieres que ocupe el trabajo en tu vida y qué características quieres que tenga ese trabajo antes de definir qué rumbo tomar”.
El siguiente paso es hacer una búsqueda de información, hablar con conocidos y colegas, realizar stalking en redes como LinkedIn para conectar con aquellas personas que trabajan en lo que a ti te gustaría, indaga qué estudiaron, cómo se relacionaron con otros perfiles y cómo consiguieron sus empleos.
“Lo recomendable en este caso es escribirles. Una de las acciones que más éxito trae a las personas que deciden reciclarse profesionalmente es acercarse proactivamente y pedir consejo”, añade el argentino.
Es importante ampliar las opciones para evitar sesgos. Lo ideal es buscar diferentes experiencias y recorridos, ya sea a través de las redes sociales, web y si es en el ámbito de la tecnología, buscando bootcamps y cursos de capacitación, escuchando podcasts y otros recursos que puedan ampliar tu mirada sobre ese futuro profesional que deseas construir.
Pareciera que los cambios de rumbo profesional no deben ser tan drásticos. Por ejemplo, pasar de ciencias sociales a tecnología; no obstante, sí es posible siempre y cuando tengas claridad de que eso es lo que quieres estudiar, más allá de que los puestos tecnológicos están en demanda.
“Pregúntate: ¿Estoy dispuesto a estudiar de manera full-time a lo largo de cuatro o cinco meses? ¿A retomar conceptos vinculados a lógica, matemática y enfrentarme a horas de código? ¿A capacitarme continuamente para mantenerme vigente en el mercado? Si la mayoría de las respuestas son positivas es momento de empezar a formarse para ser parte de ese sector y encontrar un nuevo trabajo”, dice.
¿Y todo lo que aprendí en la profesión que quiero dejar?
En el mercado laboral hay un concepto central que son las habilidades transferibles. Esto significa entender el background (tu profesión anterior) y cómo éste puede enriquecer y complementar tus nuevos conocimientos y futuro rol. Por ejemplo, una persona que trabajaba como abogado y desea ser parte del mundo de la tecnología podría encontrar una puerta de entrada en compañías de LegalTech, que puedan dar servicios legales con tecnología por detrás, lo que le permitiría incorporarse como desarrollador de software, pero con el plus del conocimiento de la otra industria.
Lo interesante del reciclaje profesional es que permite capitalizar el background. Aquí es importante reflexionar sobre el valor que aportan las experiencias previas y aplicar estratégicamente a compañías o vacantes donde ese background sea valorado. ¿Lo ideal? Comunicarlo de manera adecuada con un currículum vitae funcional que resalte el perfil y objetivo actual.