Uno de los aspectos fundamentales de esta decisión es el reconocimiento de que las personas que tienen empleos asalariados y, al mismo tiempo, se hacen cargo de la mayor parte de las responsabilidades del hogar y los cuidados, enfrentan un sobresfuerzo que debe ser retribuido. Esta carga no debe depender de su situación económica posterior al divorcio, ya que el simple hecho de realizar estas labores debe ser reconocido y compensado.
La sentencia, resuelta el 18 de octubre, aclara que el éxito profesional que algunas mujeres puedan alcanzar no debe ser utilizado como pretexto para negarles una indemnización justa en caso de divorcio.
Sin embargo, no se detalla un salario o monto específico que deba otorgarse en caso de divorcio. “En los procedimientos relacionados con la figura de compensación en su vertiente resarcitoria, quien la solicite gozará de la presunción de haberse dedicado preponderantemente a las labores del hogar o al cuidado de los hijos y corresponderá a la parte demandada desacreditar esta aseveración”, dice el documento publicado por la Suprema Corte.
México presenta una de las tasas más altas en la que las madres empleadas asumen la mayoría del trabajo relacionado con el cuidado de los hijos y las tareas del hogar, ubicándose en el lugar 23 de 25 en esta métrica. El estudio "Women Matter México 2022" de McKinsey revela que el 40% de las mujeres con hijos se ocupa totalmente de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, en comparación con sólo el 6% de los hombres con hijos que reportaron lo mismo.
Las mujeres con hijos expresaron preocupaciones significativamente mayores que los hombres en relación con la necesidad de estar conectados todo el tiempo y con las responsabilidades del cuidado de los hijos. Además, el 31% de las mujeres con hijos temen que su desempeño laboral sea juzgado negativamente, en comparación con el 18% de los hombres con hijos.
El desbalance por género
Según datos de ONU Mujeres, el 45% de las mujeres participa en la economía del país, en comparación con el 76% de los hombres. Además, la brecha salarial en México es alarmante, alcanzando un 16.7%.
La organización revela que sólo un 9.7% de las mujeres tiene presencia en consejos directivos, y escasamente un 1.7% de las empresas cuentan con una mujer en la posición directiva más alta.
Pero las mujeres no sólo participan en el empleo asalariado, sino que también destinan 50.2 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, mientras que los hombres contribuyen con sólo 19.4 horas.
Es un un problema social, dice Gabriela Garciadiego, operations director en Incluyeme, una empresa B que trabaja por la inclusión sociolaboral. “Esta doble jornada está compuesta por el trabajo asalariado y las labores de cuidado y del hogar, una carga que en su mayoría recae sobre las mujeres, sobre todo de América Latina. Pero cuando se trata de entrar o reincorporarse al mercado laboral, a las mujeres les cuesta el doble de trabajo encontrar un empleo”, enfatiza.
Y no es todo. La pandemia exacerbó esta desigualdad de género. Fueron las mujeres quienes se vieron obligadas a dejar sus trabajos para atender las necesidades del hogar y cuidado de los niños. McKinsey también halló que antes de la pandemia, la tasa de participación laboral de las mujeres en México era del 45%, pero en el primer trimestre de la pandemia esta tasa disminuyó significativamente al 37%, alcanzando su nivel más bajo en más de 15 años.
En contraste, la participación de los hombres disminuyó 13% en el mismo periodo, pero su recuperación fue mucho más rápida, llegando al 95% de la tasa previa al covid-19 en sólo 6 meses. Las mujeres, por otro lado, tardaron un año en recuperar sus niveles pre-pandémicos.
Durante el primer año de la pandemia, aproximadamente 1.7 millones de personas abandonaron el mercado laboral. De manera alarmante, el 84% de estas personas eran mujeres, y el 90% de ellas tenían hijos. Esto refleja el impacto desproporcionado de la pandemia en las mujeres que tuvieron que hacer frente al aumento significativo de la carga doméstica y de cuidado.
A pesar de este agotamiento, las mujeres demuestran su valía en el mundo laboral. “Sabemos que la productividad de las empresas aumenta significativamente cuando se integran a las mujeres en posiciones de liderazgo y toma de decisiones. Por lo tanto, se reconoce la importancia de promover políticas y prácticas laborales que apoyen a las mujeres, como el trabajo en casa y horarios flexibles, así como la creación de guarderías y salas de lactancia en las empresas”, señala Leal.
A su parecer, es esencial abordar estas disparidades de género de manera más amplia y acelerada, especialmente en el contexto post-pandémico. Se necesita un enfoque integral para garantizar que las mujeres no solo ingresen al mercado laboral en cualquier etapa de sus vidas, sino que también prosperen y ocupen puestos de liderazgo en igualdad de condiciones.