Aunque muchos podrían suponer que el trabajo remoto y la digitalización reducirían estas prácticas, los bolígrafos siguen siendo un objetivo frecuente de los robos. Si bien Juan Pablo Dubini, director de Marketing de BIC México y Ecuador, señala que hubo una disminución del 25% en el mercado de bolígrafos entre 2019 y 2020, sostiene que ha habido un crecimiento del 42% de 2021 a 2023.
“En BIC, no estudiamos por qué las plumas desaparecen, pero puedo decir que, a pesar de la digitalización, la escritura sigue siendo tan relevante que la gente se queda con los bolígrafos. Nadie se queda con algo que no usa y que no necesita”, opina.
Hoy, el grueso de la venta se concentra en las tintas clásicas –negra, azul y roja– y el 41% de la demanda está destinada a su uso en entornos profesionales y en situaciones cotidianas. No obstante, el hecho de que las plumas sean pequeñas y a menudo pasen desapercibidas contribuye a que sean objetos tentadores para los robos hormiga.
¿Cuándo se puede considerar robo hormiga?
Senties afirma que, para que un acto se considere robo hormiga, debe existir la intención. Aclara que situaciones accidentales, como un proveedor llevándose una pluma, difícilmente puede considerarse robo, ya que la intención no estuvo presente. Hay actos que suelen ser más un hábito o un comportamiento inconsciente que una verdadera intención de cometer un robo.
Históricamente, las empresas han adoptado un enfoque ligero hacia el hurto de bolígrafos al considerarlos como un recurso de bajo valor que, en última instancia, contribuyen al entorno de trabajo. Pero estos actos tienen un costo.
Senties asegura que el impacto de los robos hormiga –con intención o involuntarios– en los diversos sectores de la economía del país puede ser de hasta 13,000 millones de pesos al año. Mientras que, enfocado en pérdidas anuales para los corporativos, Fernando Calderón, Managing Director de Midot México, Perú y Colombia, empresa que realiza pruebas de integridad, calcula que el impacto puede ascender hasta 2.5 mdd, en promedio.
Un elemento presente en los robos intencionales es la recurrencia de las sustracciones y la planeación. “Y cuando ya tienes que recurrir a la ayuda de alguien o de transporte, eso ya no es robo hormiga, es robo a gran escala y la empresa puede perseguir a un empleado o a un externo por robo tipificado en el Código Penal”, explica Calderón.
Un reflejo de la cultura organizacional
Los expertos coinciden en que la ‘desaparición’ de objetos en la oficina también puede ser un reflejo de la cultura organizacional y no sólo involucra a los empleados subordinados, sino también a los niveles más altos. Según Calderón, un 23% de los directivos y gerentes cometieron algún acto deshonesto en 2022.
La presencia de estos comportamientos a menudo está vinculada a la ausencia de una cultura de integridad y honestidad en las empresas. En organizaciones donde estos valores no han sido priorizados en su misión y en su visión, el fenómeno de la desaparición puede manifestarse con creces.
¿Cómo prevenirlo?
Aplicar evaluaciones de integridad y honestidad en el proceso de reclutamiento para identificar posibles infractores laborales.
Realizar evaluaciones continuas de integridad para los empleados en todos los niveles, tomando en cuenta que las personas pueden cambiar a lo largo del tiempo.
Promover valores de integridad y ética como parte integral de la cultura organizacional.
Ofrecer incentivos, como dar plumas brandeadas en kits de bienvenida para generar sentido de pertenencia.
Monitorear y abordar las experiencias negativas de los empleados para mantener niveles saludables de lealtad hacia la empresa.