Malos jefes, malos resultados
No se trata solo de cuánto te cuesta reemplazar al talento perdido, sino de entender por qué se va. Lo que buscan los empleados en un jefe no es un genio de las finanzas ni un maestro del Excel, sino alguien que sea humano (sí, así de básico). El Estudio de Remuneraciones 2025 lo deja claro: las cualidades más valoradas en los líderes son esas que no siempre enseñan en los MBAs pero que cambian todo en la oficina.
Primero, la comunicación clara y efectiva. Los buenos líderes saben decir lo que quieren y cómo lo quieren sin parecer robots o tiranos. ¿Sabes esa sensación de que nadie entiende el memo? Con un buen jefe, eso no pasa. Además, está la empatía, un líder que escucha y entiende que los empleados son personas, no números, genera lealtad.
Otra cualidad esencial es la capacidad de establecer metas claras y alcanzables. No se trata de decir “vamos por el millón” sin explicar cómo. Los empleados necesitan claridad sobre su rol en la misión. También está el equilibrio, fomentar un balance entre la vida personal y laboral no solo es una buena idea, es una demanda generacional. Finalmente, un líder debe ser un arquitecto de equipos, alguien que promueva un entorno colaborativo y motivador en lugar de sembrar miedo o apatía.
Coaching, el gimnasio de los líderes
Ahora bien, ¿qué hacer cuando tu jefe más parece un villano de oficina que un héroe? Aquí entra el coaching, el equivalente corporativo a un entrenador personal que transforma a tu jefe en la versión 2.0 de sí mismo. Según la International Coaching Federation, el 70% de los ejecutivos que pasan por programas de coaching mejoran su desempeño. Y no solo eso, las empresas que invierten en estos programas, que cuestan entre 5,000 y 10,000 dólares mensuales, suelen recuperar hasta tres veces lo invertido en mejoras de rendimiento y retención.
El coaching no es solo un “couch psicológico”; es una estrategia para que los líderes aprendan habilidades blandas. Por ejemplo, el neuromanagement o las neuroventas, que usan la ciencia del cerebro para afinar cómo toman decisiones, se comunican y empatizan.
“El coaching no es solo enseñar competencias, es ayudar a los líderes a descubrirse y liderar con propósito”, dice Claudia Lalloz, fundadora de Grupo Santalá. Eso puede ser la diferencia entre un jefe que inspira y uno que espanta.
¿Y si la solución es tecnológica?
Hurtado advierte que puedes pulir al jefe, pero si sigues contratando mal, estás atrapado en un ciclo sin fin. Aquí es donde la tecnología entra al rescate. Herramientas de inteligencia artificial están transformando la selección de personal, identificando patrones en los datos para predecir quién se quedará, quién se irá y quién la va a romper. Por ejemplo, estudios muestran que empleados con trayectos diarios mayores a 40 minutos tienen una alta probabilidad de renunciar pronto. Sí, el tráfico también cuenta.
La IA también ayuda a evaluar competencias de manera más objetiva, al reducir sesgos y asegurar que los candidatos no solo encajen en el papel, sino también en la cultura. Hurtado señala que la clave está en combinar agilidad y certeza para contratar al mejor talento sin las prisas que suelen llevar a malas decisiones.
Así que los malos líderes no solo le cuestan dinero a una empresa, también le cuestan clientes, reputación y la paz mental de un equipo. Sin embargo, convertir a un jefe en un líder extraordinario es posible con formación.
Porque al final, las empresas no se construyen con slogans ni métricas, sino con personas. Y esas personas necesitan líderes que no solo sepan guiar, sino también inspirar. Hurtado concluyó diciendo que la próxima vez que alguien se queje de la rotación, pregúntate: ¿tenemos jefes o tenemos líderes? Y si no estás seguro, quizá sea hora de invertir en cambiar la narrativa.