“No hacemos nada solos”, dice. “Nuestra fuerza está en el ecosistema que hemos creado”.
Durante su gestión, esta área ha dejado de ser un apéndice decorativo para convertirse en un motor con resultados tangibles. En 2023, la fundación del club otorgó más de 250 becas educativas a estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, muchas de ellas para evitar el abandono escolar.
También se entregaron 100 becas de mejoramiento de vivienda a jóvenes en situación vulnerable que necesitaban un espacio digno para estudiar. Estas acciones fueron posibles gracias a un modelo colaborativo entre aliados del sector privado y la academia.
Uno de los programas más emblemáticos es Tigres Powerchair, un equipo conformado por personas con discapacidad motriz que compiten con sillas motorizadas. Juegan en duelas, con balones más grandes y controles joystick, en un formato 4 contra 4. En 2023 disputaron cuatro torneos, algunos en el extranjero, enfrentando a equipos como el Barcelona y el Valencia.
“Lo que sucede alrededor del juego es lo más importante, las familias se unen, los chicos ganan seguridad y se motivan a seguir sus terapias. Lo deportivo es solo una parte”, explica Marisol.
El club también tiene un equipo para personas con discapacidad intelectual que participó en diez torneos durante el último año. A esto se suma Ellas Tienen el Balón, un programa sociodeportivo dirigido a niñas entre 13 y 17 años que viven en contextos vulnerables. La intención no es formar futbolistas profesionales, sino mujeres más resilientes y seguras. En su edición más reciente participaron más de 900 adolescentes de 12 estados del país.
Ese enfoque es lo que diferencia a Tigres. Mientras otros clubes apenas comienzan a hablar de responsabilidad social, Marisol logró que el área se convirtiera en parte de la estrategia del club.
“Ya no es un área de filantropía bonita para el video institucional. Hoy somos socios estratégicos para cumplir objetivos”, asegura. La prueba está en los datos, el club encargó un estudio nacional con una casa de investigación y confirmó que a los aficionados sí les importa qué hace su equipo por la comunidad. “La gente quiere saber si además de ganar en la cancha, estás transformando fuera de ella”.
Lo que inició como un experimento ahora influye incluso en las decisiones comerciales. Hay marcas interesadas en patrocinar al equipo que preguntan directamente por los programas de impacto antes de cerrar una alianza. Para Marisol, esto muestra que los valores también generan valor. “Lo que hacemos posiciona la marca, genera reputación y fidelidad. Y eso sí se puede traducir en retorno”.
A lo largo de estos años ha visto historias que marcan. Recuerda a los jóvenes beneficiarios del programa de mejoramiento de vivienda que comienzan cabizbajos, desconfiados, sin levantar la mirada. “Y cuando terminamos la intervención, son otros: erguidos, felices, viéndote a los ojos”. En algunos casos se han enfrentado a pérdidas dolorosas. Algunos jugadores con discapacidad han fallecido y el club les ha rendido homenajes en partidos oficiales. “No es una estrategia masiva, atendemos a pocos, pero llegamos profundo. Tocamos el corazón”.
La inversión social del club ya no es anecdótica. En 2023, Tigres destinó más de cinco millones de pesos a programas educativos. También se implementaron iniciativas medioambientales que evitaron más de 270 toneladas de residuos y el estadio se consolidó como el primero en México en contar con una cabina de lactancia y un protocolo libre de humo.
Marisol ha sido testigo del crecimiento del área y también de su evolución personal. “Esta es mi pasión. Me ha tocado todo, desde buscar patrocinios hasta armar convocatorias y llevar a los jugadores al aeropuerto. Pero lo hago porque creo en esto”. Con una hija con síndrome de Down, el compromiso con la inclusión también es parte de su vida. “Lo convertí en una fortaleza”, dice.
Su trabajo ha sido reconocido en México y fuera del país. En 2022, la Fundación Tigres recibió el Latin American Social Leader Award en Viena. Pero más allá del reconocimiento, lo que a ella le importa es que se vea el impacto. “Queremos que esto no se trate solo de nosotros, sino que más clubes lo hagan. Que esto se convierta en una liga, en una red, en un cambio”.
Hoy, el fútbol sigue siendo el vehículo. Pero el destino, desde hace diez años, es mucho más grande que la portería.