“El impacto económico es enorme”, advierte Karen Andrade, gerente médico de Bayer. “Un paciente en diálisis puede representar más de 400,000 pesos anuales en gastos, mientras que un evento cardiovascular con hospitalización intensiva puede superar los 150,000 pesos solo en la cirugía”. A esto se suman los costos indirectos que enfrentan las empresas al perder productividad, tener que cubrir ausencias y contratar reemplazos.
“Un paciente que ya tiene una enfermedad en etapa terminal, como una diabetes o una enfermedad renal, es un paciente que ya no puede trabajar. Deja de ser productivo y depende de un cuidador. Esto impacta no solamente al trabajador, sino a toda su familia”, señala la doctora de Bayer.
Las enfermedades menos visibles también están cobrando relevancia. La endometriosis o los padecimientos relacionados con la salud mental provocan ausencias recurrentes y afectan el rendimiento.
La Universidad de Oxford reveló que la productividad de mujeres con endometriosis llega a caer 38% y ellas pueden perder hasta 10 horas a la semana debido al dolor crónico. Aunque la mayoría de las afectadas sigue laborando, los síntomas interfieren con su desempeño, reducen su eficiencia y afectan su bienestar en el entorno de trabajo.
La reforma laboral que incluyó estos diagnósticos como enfermedades laborales obliga a las empresas a mirarlos con seriedad y a diseñar mecanismos de prevención y acompañamiento.
El estudio El despertar de la Salud Empresarial como valor central, elaborado por la firma de seguros para empleados Sofía, muestra que las empresas que invierten en salud pueden mejorar la productividad de sus empleados hasta en un 25%.
Además, halló que el 65% de los líderes de Recursos Humanos ya perciben la cobertura de salud como una herramienta estratégica para retener y motivar talento. Sin embargo, apenas el 25% de los directivos logra conectar esa inversión con métricas de negocio, es decir, que varias compañías todavía perciben la salud como un gasto y no como una inversión que protege la productividad y la reputación.
“Más de la mitad de las empresas mexicanas ya se encuentran en un nivel de evolución o avanzado en la integración de la salud como eje estratégico. Estamos ante un cambio estructural en la manera en que las organizaciones ponen el bienestar de los empleados en el centro de su estrategia”, menciona Arturo Sánchez Correa, CEO y cofundador de Sofía.
¿Qué pasa con los empleados?
Los empleados, por su parte, son claros en lo que esperan de sus empresas. De entrada rechazan los seguros con deducibles altos, exclusiones y trámites engorrosos. El 83% valora una red médica amplia y de rápida atención. El 80% exige procesos ágiles y el 76% pide bajo o nulo deducible. Los momentos de verdad, cuando alguien necesita atención inmediata, definen si la confianza hacia la empresa se mantiene o se rompe.
“El desafío está en conciliar tres voces. Los directivos necesitan métricas, los empleados piden transparencia y los líderes de Recursos Humanos buscan herramientas para escalar la cobertura”, dice Sebastián Jiménez-Bonnet, cofundador y CPO de Sofía.
La doctora de Bayer también ofreció recomendaciones concretas para enfrentar este reto. “A los empleadores les diría que hagan campañas de detección, chequeos médicos y actividades que promuevan buenos hábitos. Incluso programas deportivos o competencias pueden estimular el autocuidado”.
A los trabajadores les pidió asumir su propia responsabilidad en el cuidado. “Saber que todos estamos en riesgo y que debemos hacer conciencia de ese riesgo. Comer saludablemente, no fumar, hacer ejercicio y llevar una vida equilibrada son pasos fundamentales para prevenir”.
Karen Andrade reconoció que los obstáculos son grandes en un entorno como el mexicano. “Es muy difícil poder tener una vida saludable, sobre todo si trabajas, pasas dos horas en el tráfico y siempre vas corriendo. Pero tenemos que intentar llevarlo lo más posible si queremos cuidarnos”.