Treinta años después, Wall Street recuerda el día en que se deslizó a un abismo
En el trigésimo aniversario del desplome bursátil de 1987, las acciones estadounidenses cerraron en récords y a los inversores les preocupa que las altas valoraciones lleven a una corrección, pese a las sólidas ganancias de las empresas y el crecimiento de la economía.
Pero, ¿podría repetirse el "lunes negro"? La tecnología moderna, los cambios en la forma en que operan las bolsas de valores y en que se administran los fondos de los inversores deberían hacerlo poco probable. Sin embargo, los operadores prudentes se niegan a descartarlo.
"Hemos aprendido mucho de los errores del pasado en términos de reacción y reacción excesiva", dijo Ken Polcari, director de piso en la Bolsa de Nueva York de O'Neil Securities.
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Hace 30 años, antes de dirigirse a su trabajo en la Bolsa de Nueva York, Peter Kenny dejó su casa en el bajo Manhattan y se desvió para ir a la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria a rezarle a San Judas Tadeo, el patrono católico de las causas perdidas.
La razón era el derrumbe del mercado en el "Lunes Negro" que empezó el 19 de octubre de 1987.
Kenny, ahora estratega senior de mercados en Global Markets Advisory Group en Nueva York, apenas había empezado a trabajar en la bolsa en febrero y estaba impactado por los eventos que se habían desarrollado el día anterior, cuando se produjo la caída más brusca de las acciones en un solo día en la historia de Estados Unidos.
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"No creo que nadie estuviera preparado para lo que realmente sucedió en los mercados internacionales, que generó el baño de sangre de ese lunes", dijo Kenny.
Al finalizar ese día, el promedio industrial Dow Jones había perdido 22.6%, el equivalente a la caída de cerca de 5,200 puntos en el referencial en la actualidad. El índice S&P 500 se desplomó 20.5% el Lunes Negro, lo que representaría ahora un declive de más de 520 puntos. El índice compuesto Nasdaq, en tanto, cedió un 11.4%, comparable a una pérdida de 750 puntos.
Los precios de las acciones en Estados Unidos habían estado escalando durante todo 1987, al igual que en 2017, que ha visto a los tres principales índices de Wall Street alcanzar máximos históricos en agosto. Pero septiembre resultó ser un mes complicado y cada referencial cedió un 2%, aunque nunca lo suficiente como para encender las alarmas de los inversores.
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Pero cuando llegó octubre, la liquidación del mercado bursátil estadounidense se agudizó. El Dow Jones y el S&P 500 se derrumbaron en más de 9% en la semana previa al Lunes Negro.
La mañana del lunes 19 de octubre de 1987, Art Hogan, entonces un corredor de la bolsa de valores de Boston, esperaba un posible repunte de los precios de los activos. Nada le había preparado para lo que iba a ocurrir.
"Quedó claro en esa primera hora (...) que esto iba a ser lo peor que veríamos en nuestras vidas", dijo Hogan, ahora estratega jefe de mercados de Wunderlich Securities en Nueva York.
Caos en operaciones electrónicas
Muchos describen los eventos del Lunes Negro como la primera instancia en que las operaciones electrónicas enloquecieron ante el uso masivo de resguardos para las carteras, una estrategia de cobertura contra las bajas del mercado que involucraban la venta de posiciones cortas en los futuros de los índices bursátiles.
El declive de la semana anterior en Wall Street desató una liquidación entre inversores de los mercados asiáticos para limitar las pérdidas, que a su vez provocó un descenso de las bolsas europeas y causó una intensa liquidación para el momento en que las bolsas estadounidenses debían abrir aquel lunes.
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"Es como si nadie hubiera querido cuestionar lo que decía la computadora", dijo Ken Polcari, director de la división NYSE en la firma O’Neil Securities, que tenía 26 años el día de la crisis y por entonces apenas llevaba dos trabajando en la bolsa neoryorquina.
"Y entonces lo que ocurre es que la pérdida se alimenta de sí misma porque los precios empeoran y el programa para casos de riesgo te sigue arrojando el mismo mensaje: tienes que vender más", dijo Polcari.
El aseguramiento de carteras, la venta de posiciones cortas en los futuros de los índices para protegerse contra un declive en los valores, provocó que los programas de las computadoras arrojaran órdenes de venta para salvaguardarse de más bajas. En lugar de eso, las pérdidas se intensificaron, causando muchas más órdenes de venta y dando paso a una caída libre.
De las 30 compañías cuyas acciones cotizan en el Dow Jones, menos de la mitad sufrieron por el derrumbe bursátil de hace 30 años. American Express perdió 26.2% el Lunes Negro, Procter & Gamble se desplomó 27.8% y Exxon Mobil se hundió 23.4%.