La OCDE advierte creciente número de empleos poco productivos
La OCDE observa con inquietud el bajo aumento de la productividad del trabajo en los últimos años, en particular por el creciente peso específico de empleos en sectores poco productivos, sobre todo en servicios.
En un informe publicado este martes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que la parte de la actividad económica que va a los salarios ha retrocedido en la mayoría de sus países miembros, y en concreto en Polonia, Portugal, Hungría, Israel y México.
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El estudio precisa que entre 2010 y 2016, los salarios reales (excluyendo el impacto de la inflación) bajaron en España, el Reino Unido y Portugal.
Y aunque en Alemania y en Estados Unidos se han recuperado en los últimos años, en un tercio de los sectores industriales de esos dos países la progresión de los salarios reales fue inferior al incremento de la productividad laboral.
La organización constata que la recuperación económica tras la crisis se asienta en gran medida en la expansión del empleo. Pero la mayor parte de esos nuevos puestos de trabajo aparece en sectores poco productivos, una regla que se cumple de forma destacable en España, Estados Unidos, el Reino Unido, Italia y México.
La consecuencia son salarios relativamente reducidos que tiran la media hacia abajo.
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De hecho, la cuota de los ingresos de trabajo ha disminuido en la mayoría de los Estados miembros entre 2001 y 2016, en particular en el sector manufacturero. Las mayores caídas en ese periodo se han dado en Polonia (del 66 al 48%), Estados Unidos (del 61 al 48%) y Dinamarca (del 64 al 52%).
La OCDE alerta de que la ralentización del aumento de la productividad "limita, en efecto, las posibilidades de mejora del bienestar material".
En 2016, el último año para el que hay datos comparables, se empezó a percibir una recuperación de la inversión, aunque los gastos en capital seguían siendo inferiores a los que había antes de la crisis en muchos de los países miembros.
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Lo que sí que se había notado, ya desde antes de la crisis, es que la inversión en bienes de propiedad intelectual, como las patentes, iba subiendo a un ritmo mucho más rápido que la dirigida a los bienes de equipo.
La inversión en propiedad intelectual representó hasta un 56% del total en Irlanda en 2016 y hasta un 30% en Suiza, frente a únicamente un 1.1% en Colombia, en el otro extremo.