Crecer 4%, ¿más que un deseo?
CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) - Ocho días después de haber ganado la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrado se comprometió ante industriales a que durante su administración el país crecerá a un ritmo de 4%.
“No hemos crecido adecuadamente en los últimos 35 años, tenemos una tasa promedio de crecimiento económico de 2% y eso ha impedido que se puedan crear empleos en el país”, dijo el entonces virtual presidente electo en una reunión con la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).
La expectativa del próximo gobierno se basa en aumentar la inversión pública con la colaboración del sector privado, incentivando el consumo y un gasto público más eficaz. Pero su deseo no es algo nuevo. Cada seis años, el gobierno que llega plantea una ambiciosa meta de crecimiento.
Pero su deseo no es algo nuevo. Cada seis años, el gobierno que llega plantea una ambiciosa meta de crecimiento.
Sin embargo, en los últimos 30 años, la realidad ha superado los buenos deseos. Las promesas de crecimiento de por lo menos las últimas cuatro administraciones no se han cumplido. Enrique Peña Nieto prometió que, tras aprobarse las reformas estructurales, el producto interno bruto (PIB) del país crecería hasta 6% en el mediano plazo.
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En el sexenio de Vicente Fox, el crecimiento promedio anual fue de 2.0%, mientras que con Felipe Calderón fue de 1.8%. En la actual administración, el promedio será de 2.5% anual.
Según los expertos, la economía no puede crecer más allá de su capacidad productiva. De ahí que el motor más potente de una economía tiene que ver con la inversión pública y privada, dice Sergio Luna, director de Estudios Económicos de Citibanamex.
“Los economistas nos fijamos en cuánto de lo que gana un país lo invierte –en México es el 21% del PIB– y para crecer más necesitamos llegar a un rango cercano al 30%, el cual lo tenemos que alcanzar gradualmente”, destaca.
No sólo es imperativo romper con la inercia de bajo crecimiento de los últimos años, los expertos entrevistados detallan la necesidad de generar certeza jurídica, mejorar el Estado de derecho, desarrollar una política industrial generadora de valor agregado y banca de desarrollo que apoye a los sectores estratégicos.
Del total de la inversión realizada en México, 18% proviene del sector privado y, el restante 3% es pública, la más baja de los últimos 80 años como proporción del PIB.
LA IMPORTANCIA DE LA INVERSIÓN
El bajo crecimiento de la economía en el actual sexenio muestra la importancia de la inversión. Los recortes al presupuesto público, que comenzaron en 2015, sacrificaron obras tanto públicas como de infraestructura.
Esto inició en 2015, incluyeron Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), además de la cancelación de proyectos como el Tren Transpeninsular de Quintana Roo y el México-Querétaro, contemplados en el Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el gasto en inversión física del gobierno representó 2.6% del PIB en 2017 sólo comparado con 2006 que tuvo 2.4%. En nuestro país, la construcción es el segmento más castigado, tan sólo para el periodo 2013-2017 cayó 1.3%, dice José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Tan sólo la modernización del sector comunicaciones y transportes, tanto de pasajeros como de bienes, podría elevar el crecimiento de México, sobre todo, si se realiza con insumos locales.
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Solamente el 40% de las carreteras del país están pavimentadas e, incluso, hay entidades donde no llegan al 30%. “Para aumentar la productividad de la economía, las carreteras pavimentadas deben llegar al 60%”, detalla De la Cruz. Elevar la inversión se traduciría en una mayor generación de empleos y oferta de productos para el mercado tanto local como de exportación, lo que a su vez mejorará los salarios y detonará el consumo.
La experiencia internacional muestra casos como el de China, que al destinar en inversión hasta 45% del PIB le permitió alcanzar un crecimiento de 12%, lo mismo sucedió en la India, que invirtió 35% y su economía repuntó a 7%. Con cifras de inversión de 25% del PIB es probable que, para 2020, México logre tasas de crecimiento de entre 3.5 y 3.8%, dice Luis Foncerrada, exdirector del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
PRODUCIR CON VALOR
Una política industrial que genere valor agregado y que aumente el contenido nacional es otro factor que impulsaría la economía nacional. Para que las exportaciones contribuyan con el crecimiento económico, el sector industrial debe pasar de la maquila a la transformación que genere encadenamientos productivos, innovación y empleo de mejor calidad, explica De la Cruz.
Maquilar solamente crea empleo y flujos de importaciones y exportaciones, pero no valor agregado, solamente es ensamblar.
“Con la apertura comercial (1994) iban a llegar inversiones, transferencia de tecnología y valor agregado, eso no ocurrió. El país exporta mucho, pero la materia prima la tiene que importar para ensamblarla”, comenta.
Hoy en día, México compra del exterior más de 300,000 millones de dólares en insumos intermedios. “Eso, de alguna manera, limita la capacidad de generar valor agregado”, considera el especialista.
Al tener poco valor agregado, los salarios también son bajos, lo que restringe el consumo y se limita solamente a alimentos, bebidas y, a veces, bienes básicos. México no aplicó la fórmula completa de impulsar el desarrollo tecnológico y generar patentes, por lo que está rezagado frente a países como Corea del Sur, nación que, desde hace 45 años, inició con una política industrial.
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Cifras del Banco Mundial explican que como resultado de la inversión productiva realizada en el sector industrial, China posee 24% del valor agregado en las manufacturas mundiales, muy por encima del 1.8% de México. En 1991, la proporción era de 2.7% contra 1.3% de nuestro país.
La competitividad del gigante asiático también se finca en la innovación al registrar 1,338,503 de solicitudes de patentes, el equivalente al 42.8 del porcentaje mundial, contra 17,413 de México, 5% de origen nacional, según estadísticas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
Para atraer inversión privada, los entrevistados coinciden en la necesidad de una correcta aplicación de la ley así como en la resolución correcta de conflictos y no que prevalezca el soborno a los jueces.
El monto de recursos que desvía la corrupción hace que sea otro lastre para el crecimiento, además de significar un obstáculo para hacer negocios.
El Banco Mundial calcula que este fenómeno representa en México 9% del PIB. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estima que el costo de la corrupción por trámites vehiculares, de educación pública, registro civil o contacto con autoridades de seguridad pública es de 7,217 millones, equivalente a 0.4% del PIB.
De acuerdo con el Índice Global de Corrupción 2017, México retrocedió una posición en este indicador y se ubicó en el número 135 de 180 países evaluados en esta materia. En el plano regional, según Transparencia Internacional, en América Latina, México es el país con el mayor índice de corrupción en la prestación de servicios públicos.
Otro de los indicadores en el cual México sale mal evaluado es en el incumplimiento del Estado de derecho, en el que ocupa el quinto lugar en América Latina y el Caribe, según el informe de Rule of Law Index, de la asociación World Justice Project (WJP).
Tan sólo el año pasado, México descendió cuatro posiciones en medición, al pasar del lugar 88 al 92 que obtuvo en 2016. En opinión de Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), México podría crecer 2% adicional solamente con combatir la corrupción y vigilando la seguridad; al controlar la primera, “vamos a tener 1% de crecimiento adicional, el otro 1% que tenemos para crecer nos lo puede dar mejorando la seguridad”.
La inseguridad impacta en el desarrollo económico de micro y pequeñas empresas al cobrarles derecho de piso, lo que afecta su productividad y sus costos de operación, mientras que las medianas y grandes se han visto perjudicadas por el robo de mercancías.
En el bajo crecimiento del país influye que no todas las entidades federativas crecen al mismo ritmo.
Al llevar industrias a las regiones más abandonadas del país se puede revertir la situación, pues los estados menos desarrollados provocan que la media nacional se ubique en un crecimiento promedio de 2.3%, México debe pasar de la obsesión por la estabilidad macroeconómica a la obsesión por el crecimiento económico, señala Francisco Cervantes, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales.
NOTA DEL EDITOR: Esta nota se publicó originalmente en la edición 1241 de la revista Expansión.