Estados Unidos es una de solo un puñado de economías con una perspectiva más prometedora para 2020 que la última vez que el FMI compiló sus pronósticos en julio.
El FMI ahora espera que la economía estadounidense crezca 2.1% el año próximo, una mejora de 0.2 puntos porcentuales respecto al pronóstico anterior, pero considerablemente más débil que la tasa del 4% que el presidente estadounidense, Donald Trump, prometió anteriormente en su presidencia. Y sigue siendo más lento que el crecimiento estadounidense de 2.4% que el FMI espera en 2019.
El estímulo proveniente de un reciente acuerdo de presupuesto federal de dos años y los recortes de tasas de la Reserva Federal (Fed) compensarían los “efectos debilitados” de los recortes de impuestos anteriores, pero la incertidumbre sobre la política comercial obstaculizaría el crecimiento de Estados Unidos, dijo el FMI.
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Las previsiones son las primeras desde que Kristalina Georgieva asumió el cargo de directora gerente del FMI a principios de este mes, sucediendo a Christine Lagarde, quien partió para dirigir el Banco Central Europeo (BCE).
La leve recuperación global esperada en 2020 no será de “amplia base”, dijo el FMI. La mayor parte del crecimiento más fuerte provendrá de mercados emergentes en apuros como Turquía, Argentina e Irán.
Cómo estimular el crecimiento
Poner fin a la guerra comercial entre Estados Unidos y China sería una forma de impulsar el crecimiento. Las conversaciones entre las dos economías más grandes del mundo progresaron la semana pasada, pero un acuerdo integral sigue siendo difícil de alcanzar.
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Con aranceles aplicados a bienes por valor de cientos de miles de millones de dólares, los gobiernos deben hacer más para apoyar el crecimiento donde sea posible y no depender de los estímulos de los bancos centrales, dijo el FMI.
“La política monetaria no puede ser la única opción y debe combinarse con apoyos fiscales donde haya espacio fiscal disponible y donde la política no sea ya demasiado expansiva”, dijo.
Algunos de los bancos centrales más poderosos del mundo han presionado las tasas de interés a territorio negativo para estimular el crecimiento. El mes pasado, el BCE llevó su tasa de referencia más abajo de cero, a menos 0.5%.