Los presidentes generalmente no firman tales acuerdos bilaterales, y sin embargo, Trump lo ha convertido en una práctica habitual, firmando incluso miniacuerdos con Japón y Corea del Sur durante su presidencia en la Casa Blanca.
Además, los acuerdos comerciales generalmente son revisados por el Congreso, dando tiempo a los legisladores para que examinen sus términos. Y, por lo general, aquellos con un interés directo (grupos empresariales, agricultores, legisladores, abogados especializados en comercio) tienen la oportunidad de examinar bien cada detalle.
En cambio, la administración Trump, y los líderes chinos, han mantenido en secreto los detalles sobre el tan esperado acuerdo, y han descrito repetidamente el acuerdo en términos generales, citando las promesas de Beijing de ir más allá de los compromisos previos hechos sobre el robo de propiedad intelectual y que no obligará a las empresas estadounidenses a entregar su tecnología, así como un compromiso de China de comprar 200,000 millones de dólares (mdd) en productos agrícolas y otros productos fabricados por los Estados Unidos durante un período de dos años.
El presidente Trump elogió el acuerdo comercial llamándolo “muy importante y notable”, y dijo el miércoles que fue un “paso trascendental”.
“Juntos estamos enderezando los errores del pasado y brindando un futuro de justicia y seguridad económica”, dijo Trump desde la Casa Blanca.
“La mayoría de la gente pensó que esto nunca podría suceder”, dijo. Trump dijo que visitaría China en un “futuro no muy lejano” para corresponder una visita a Washington del principal negociador comercial de China.
El acuerdo incluye compromiso de China de realizar reformas significativas.