Las autoridades, según el texto, tendrán como prioridad manejar los riesgos financieros en el sector inmobiliario, cuya inversión se mantendrá moderada.
"A corto plazo, las autoridades deben abordar el apalancamiento excesivo en el sector inmobiliario, pero también han de proveer de liquidez al sistema para evitar contagios", señala la entidad.
A medio plazo, se trata de lograr la tan ansiada transición china hacia un crecimiento de alta calidad orientado al consumo.
"El Gobierno ha reaccionado fortaleciendo el papel del Estado, con lo que las reformas orientadas al mercado han limitado su progreso. El sector privado se ha visto golpeado por la pandemia y las últimas restricciones al sector tecnológico o al educativo han creado incertidumbres entre los inversores", advierte.
Así, el BM recomienda a China dirigir el crecimiento de la demanda externa a la doméstica, de la inversión tradicional -como en infraestructuras- al consumo, del Estado al sector privado y de una economía basada en el consumo de carbón a una baja en emisiones contaminantes.
Para ello serían necesarias "reformas estructurales" que pasan por abrir sectores que aún están protegidos, eliminar restricciones a la movilidad laboral o introducir reformas fiscales progresivas y mejores redes de seguridad social.
El pasado 13 de diciembre, el primer ministro chino, Li Keqiang, abordó la ruta económica del país asiático con el presidente del Banco Mundial, David Malpass, ante quien prometió precisamente "reformas y ajustes" durante una reunión virtual.
Sin embargo, Li enfatizó que "China antepondrá la estabilidad" el próximo año y que, en vista de las presiones a la baja, promoverá políticas macroeconómicas "prudentes" y fiscales "proactivas".
En noviembre, el PCCh advirtió de un "entorno exterior cada vez más complicado, desalentador e incierto", y subrayó la "fuerte resistencia" de la economía china a la hora de reclamar "confianza" para "afrontar directamente" las dificultades.