"El Gobierno deberá fomentar la inversión privada de forma más enérgica y fortalecer los motores de crecimiento internos. Hasta que no lleguen los cambios, la incertidumbre por la política regulatoria mantendrá al margen a muchos inversores, lo que supone un lastre para el crecimiento económico estructural", destacó Gabriela Soni, jefa de inversiones en UBS, en el reporte "México: remanso de paz en tiempos turbulentos.
Para 2023, UBS estima que el crecimiento económico de México será de 0.5%, un pronóstico muy distante del 3% que se planteó la Secretaría de Hacienda.
Soni consideró que México tiene dos factores a favor: cuenta con estabilidad macroeconómica y está fuertemente vinculada con la principal potencia económica mundial; sin embargo, el apoyo fiscal limitado en la pandemia y la débil inversión lastraron la recuperación después de la pandemia.
"El gasto en maquinaria y equipo ha aumentado de forma considerable para atender a la fuerte demanda externa de exportaciones de productos manufacturados, pero las tendencias de construcción, que dependen de las perspectivas de crecimiento siguen siendo decepcionantes", comentó.
Aunque la estabilidad macroeconómica del país con finanzas públicas sólidas y la credibilidad del Banco de México se ha mantenido, UBS estima que el peso mexicano se depreciará debido a que la Reserva Federal seguirá subiendo las tasas de interés.
Al subir las tasas de interés, que ya han mermado la actividad económica de Estados Unidos, UBS estima que repercuta en el envío de remesas a México y que menos remesas sean sinónimo de menos consumo en México.
"La inflación superior al promedio y la desaceleración de las remesas podrían frenar el consumo de los hogares en México".
Se espera que el peso cotice en 20.5 pesos por dólar en el primer trimestre del siguiente año y para el cierre, este se ubique en 21.5 pesos.