Las tensiones entre ambos países han escalado desde febrero, cuando el presidente Donald Trump inició una ofensiva arancelaria contra China, provocando represalias que prácticamente han congelado un comercio bilateral de 600,000 millones de dólares anuales.
La disputa comercial, combinada con la decisión de Trump de imponer aranceles el mes pasado a decenas de otros países, ha impactado en las cadenas de suministro, inquietado a los mercados financieros y avivado los temores de una fuerte recesión mundial.
No se hizo público el lugar en el que se están celebrando las conversaciones en la localidad suiza, de gran tradición diplomática. Sin embargo, testigos vieron a ambas delegaciones regresando tras una pausa para almorzar a la residencia del embajador helvético ante la ONU, que cuenta con un parque privado con vistas al lago Lemán, en el frondoso suburbio de Cologny.
Antes, los funcionarios estadounidenses, entre ellos Bessent y Greer, salieron sonrientes de su hotel camino de las conversaciones, con corbatas rojas y banderas estadounidenses en las solapas. Bessent declinó hablar con la prensa.
Al mismo tiempo, se vieron furgonetas Mercedes con cristales tintados salir de un hotel donde se alojaba la delegación china a orillas del lago, mientras los corredores que se preparaban para un maratón calentaban al sol.
Washington pretende reducir el déficit de 295,000 millones de dólares que mantiene con Pekín en el comercio de bienes y persuadir a China de que renuncie a lo que Estados Unidos considera un modelo económico mercantilista y contribuya más al consumo mundial, un cambio que exigiría reformas internas políticamente delicadas.
Pekín se opone a lo que considera una injerencia externa. Quiere que Washington reduzca los aranceles, aclare qué quiere que China compre más y la trate como a un igual en la escena mundial.
La agencia oficial de noticias china Xinhua dijo en un comentario que el "abuso imprudente de los aranceles" por parte de Estados Unidos había desestabilizado el orden económico mundial, pero añadió que las negociaciones representan "un paso positivo y necesario para resolver los desacuerdos y evitar una mayor escalada".
"Ya sea que el camino a seguir implique negociación o confrontación, una cosa está clara: la determinación de China de salvaguardar sus intereses de desarrollo es inquebrantable, y su postura sobre el mantenimiento del orden económico y comercial mundial sigue siendo inquebrantable", agregó.
Bajas expectativas
Con la desconfianza a flor de piel, ambas partes han querido no parecer débiles y los analistas económicos tienen pocas expectativas de que se produzca un avance.
Trump dijo el viernes que un arancel del 80% sobre los productos chinos "parece correcto", sugiriendo por primera vez una alternativa específica a los gravámenes del 145% que impuso a las importaciones chinas.
Asimismo, insinuó que las conversaciones fueron iniciadas por China. Pekín dijo que Estados Unidos solicitó el encuentro y que la política china de oponerse a los aranceles estadounidenses no ha cambiado.
China podría estar buscando la misma exención arancelaria de 90 días que Washington concedió a otros países mientras se celebran las negociaciones. Cualquier tipo de medida en este sentido y conversaciones de seguimiento serían vistas como positivas por los inversores.
El ministro suizo de Economía, Guy Parmelin, se reunió con ambas partes en Ginebra el viernes y afirmó que el hecho de que las conversaciones se estén celebrando ya es un éxito.
"Si surge una hoja de ruta y deciden continuar las conversaciones, se rebajarán las tensiones", declaró a la prensa el viernes, afirmando que las conversaciones podrían continuar hasta el domingo o incluso el lunes.
Suiza ayudó a mediar en la reunión durante las recientes visitas de políticos helvéticos a China y Estados Unidos.
También está previsto que He se reúna con la directora general de la Organización Mundial del Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala, durante su estancia en el país.
Anteriormente, acogió con satisfacción las conversaciones "como un paso positivo y constructivo hacia la desescalada", pidiendo un diálogo sostenido entre las dos principales economías.
Desde que asumió el cargo en enero, Trump ha aumentado los aranceles sobre las importaciones chinas hasta el 145%, alegando prácticas comerciales desleales y acusando a Pekín de no frenar la exportación de productos químicos utilizados para producir fentanilo, un opioide sintético letal.
China contraatacó con aranceles de represalia del 125% y dijo que no se doblegará ante "imperialistas" y bravucones.