CARTAGENA DE INDIAS, Colombia - La caída en la construcción y en la producción manufacturera, sumada al impacto de la disposición 232 de Estados Unidos sobre las exportaciones mexicanas, provocará una contracción de 10.5% en el consumo de acero durante 2025, según cifras de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero).
México sufre su peor caída en consumo de acero, pero ve alivio en 2026
El desplome rompe con la tendencia histórica que mantenía a México como el segundo consumidor de acero de la región, sólo detrás de Brasil. Mientras Brasil crecerá 5% y Argentina casi 15%, México será el país con el mayor retroceso, arrastrando al promedio regional (-0.6%).
Además, el consumo per cápita de acero en México, históricamente alineado al promedio mundial (unos 200 kilogramos por habitante), caerá 11.2% en 2025, el mayor retroceso de toda la región, según Alacero.
En parte, la caída de la producción y el consumo se explica por una debilidad en las manufacturas, el desplome de la construcción, la caída de la inversión pública en infraestructura y los aranceles impuestos por Estados Unidos. Según el Inegi, la actividad industrial en México cayó 3.3% anual en septiembre de 2025, afectada por una contracción de 7.2% en la construcción y de 2.3% en las manufacturas. La ingeniería civil se desplomó más de 27%, mientras que la fabricación de equipo de transporte retrocedió 10%, reflejando la debilidad en dos sectores clave para la demanda de acero.
“Claro que la demanda está bajando. Hay una problemática conjunta, con construcción a la baja, manufactura a la baja y la 232 afectando nuestras exportaciones”, reconoció Máximo Vedoya, CEO de Ternium, durante el Alacero Summit 2025, en Cartagena de Indias, Colombia.
El 2026 puede marcar el rebote
Pese al entorno adverso, Vedoya ve una “luz al final del túnel”. Las proyecciones de Alacero anticipan un repunte del 4% en el consumo de acero en México para 2026, apoyado en la ejecución del Plan México y la reactivación de inversiones productivas.
Ternium, la mayor siderúrgica del país, invertirá 4,000 millones de dólares en su planta de Pesquería, Nuevo León, el plan de expansión más grande en su historia. La empresa espera que la nueva capacidad productiva sustituya importaciones y genere más valor agregado local.
“Tenemos que dejar de ser sólo ensambladores. México debe producir con valor agregado y competir en condiciones leales. Veo 2026 como un año de crecimiento del consumo y de recuperación”, afirmó Vedoya.
El frente externo: China y el T-MEC
Desde otra perspectiva, el exembajador Jorge Guajardo advirtió que el riesgo no sólo es comercial, sino estructural. “Esto es un tsunami. China está desindustrializando al mundo con precios artificialmente bajos. Si no corremos, nos ahogamos”, y explicó el peligro que representan las exportaciones indirectas de acero desde China.
Como ejemplo, Guajardo mencionó que el precio promedio de exportación de los autos chinos cayó de 21,000 a 16,000 dólares entre 2023 y 2025, una reducción cercana al 25% que les permite absorber sin problema aranceles de hasta 50%.
Mencionó que incluso con esa baja, los fabricantes chinos mantienen amplios márgenes: Y que dado que los precios actuales son “artificialmente bajos”, los aranceles deben ser deliberadamente inflacionarios para devolver al acero, los autos y otros productos “a su verdadero valor de mercado”.
El experto consideró que los aranceles que México planea imponer a las importaciones de países sin tratados de libre comercio serán insuficientes frente a la magnitud del dumping chino.
“Los precios bajos de China son artificiales; los aranceles deben ser inflacionarios, porque de eso se trata, de devolver los precios a su valor real de mercado”, dijo.
El diplomático coincidió con Vedoya en la necesidad de fortalecer la alianza con Estados Unidos, pero subrayó que México debe demostrar que no será un punto de triangulación de productos chinos en el marco de la renegociación del T-MEC en 2026.
Tanto Vedoya como Guajardo coincidieron en que la clave está en coordinar la política comercial con una política industrial que incentive la producción local. En eso, ambos ven con buenos ojos los primeros pasos del gobierno de Claudia Sheinbaum, aunque difieren en el ritmo y la intensidad de las medidas.
“Aplaudo que la presidenta haya comenzado su gobierno entendiendo esta urgencia. Falta mucho por implementar, pero empezó con los ojos abiertos”, reconoció Guajardo. Por su parte, Vedoya consideró que “la administración está viendo el problema y actuando. Hay una visión clara de hacia dónde ir”, con el Plan México.