En total, son 1,463 fracciones arancelarias que inciden de forma directa en cadenas de valor con alta dependencia del exterior. Para las empresas, el cambio implica un aumento inmediato en los costos de internación, mayor presión sobre márgenes y la necesidad de revisar estrategias de abasto, precios o sustitución de proveedores.
Pero el decreto deja margen de maniobra a la autoridad económica. Con el objetivo de garantizar el abasto de insumos en condiciones competitivas, la Secretaría de Economía podrá aplicar mecanismos e instrumentos jurídicos específicos para la importación de mercancías provenientes de países con los que México no tiene Tratados de Libre Comercio en vigor.
En calzado y artículos de cuero como bolsas, mochilas, cinturones y guantes, las importaciones enfrentan un arancel de 25%. En textiles, que incluyen telas, hilados y tejidos de algodón o fibras sintéticas, las tasas oscilan entre 25% y 35%, según el tipo de producto. Los juguetes y artículos plásticos de uso cotidiano también quedan sujetos a aranceles de 25% a 35%, al igual que numerosos bienes para el hogar fabricados en plástico.
En el sector automotriz, el decreto fija aranceles de 25% a 35% para neumáticos de automóviles, camiones y vehículos comerciales, mientras que partes plásticas y accesorios utilizados en vehículos pagan entre 7% y 25%. Los electrodomésticos, a través de sus componentes y carcasas plásticas, enfrentan aranceles de hasta 35%. En bienes de consumo, los perfumes, cosméticos y productos de cuidado personal registran tasas de 25% a 36%, mientras que el papel, cartón y empaques pagan entre 25% y 35%.
Desde la óptica del gobierno, la decisión busca corregir distorsiones en el mercado interno provocadas por la entrada masiva de mercancías a bajo precio y reforzar a la industria nacional frente a una competencia cada vez más agresiva. La medida apunta a un giro en la política comercial mexicana, que abandona la lógica de aranceles mínimos y adopta una postura más defensiva frente a importaciones consideradas desleales.