Nicole Rodríguez, la jefa de ingenieros de AT&T
Nicole Rodríguez Van Den Branden no se muestra partidaria de las cuotas de género en las empresas públicas o privadas. Prefiere que sean las mujeres las que estén convencidas de sus capacidades para ir por los puestos directivos.
Por ello, esta ingeniera nacida en Roma, de nacionalidad estadounidense, pero que vivió en Venezuela la mayor parte de su vida, hasta hace 15 años, logró crecer en una actividad donde los hombres son inmensa mayoría. Hoy, es la responsable en México de planificar, diseñar y ejecutar la expansión de la red de AT&T , la mayor firma de telecomunicaciones del mundo. En sólo dos años, transformó las redes de Nextel y Iusacell —las dos firmas que compró AT&T en México— en un sola y llevó cobertura LTE, de mayor calidad, a 78 millones de personas.
¿Cómo se encuentra México en el nivel de participación de mujeres en puestos directivos con respecto a otros países en los que ha trabajado?
He trabajado en Venezuela, en Puerto Rico, en Estados Unidos y ahora en México. Creo que México, si lo comparo con Venezuela, mi país de origen, está por debajo. La cuota de mujeres en Venezuela, incluso hace 15 años, cuando yo me fui, era importante. Muchas mujeres están en puestos directivos de seguros, empresas financieras, de bancos, había esta visión de participación importante, y también en el gobierno.
Cuando empecé a trabajar en Puerto Rico noté que la participación de la mujer era escasa, y lo mismo sucede en México. Muchas mujeres no toman un puesto ejecutivo por miedo a no poder tener vida y trabajo, pero ya las mujeres profesionales en muchos países se han dado cuenta que pueden crear una red de apoyo para llevar su familia y su trabajo.
La diversidad y el talento femenino ayudan a las empresas a ser mucho más exitosas. En AT&T, mi experiencia ha sido que tener diversidad, no solamente mujeres sino diversidad de religión, de origen, de orientación sexual, nos ayuda a ver los problemas desde tantos puntos de vista que las discusiones terminan siendo mucho más ricas y con mayor conocimiento. Eso nos permite a nosotros dar mejores soluciones en el mercado.
¿Cuál es su historia en AT&T?
Entré a AT&T porque adquirió una empresa de celular en la cual yo trabajaba en Puerto Rico, que se llamaba Centennial, competidora de AT&T, y que aunque era chica, tenía muy buena penetración en el mercado.
Al principio, cuando vi que este gigante de telecomunicaciones compraba la compañía chica pensé que rápidamente iba a quedarme sin trabajo, que me iban a sustituir inmediatamente. Sin embargo, lo que experimenté fue un liderazgo impresionante: los líderes que manejaron toda la transición fueron súper abiertos a aprender de todas las cosas y las mejores prácticas que nosotros teníamos.
Lo que hicieron más bien fue absorber una cantidad de conocimiento, absorber gente talentosa, aprovecharlo, entrenarlo y darle muchas más oportunidades. Luego de adquirir la compañía me ofrecieron entonces trabajar en todo lo que era el despliegue de la red LTE en Estados Unidos. Para mí AT&T era un mundo totalmente enorme y desconocido. Lo primero que hice fue empezar a establecer relaciones de confianza, empezar a darme a conocer, a dar valor.
Una de las cosas que me enamoró de la empresa era ver que había una Chief Technology Office, la jefa de toda la parte de tecnología, y es el área que más mujeres tiene. Se llama Kristin Rinne. Hace muchos años, en Venezuela, leí un artículo sobre ella. Fue la que lanzó la primera tecnología de redes HSDPA, y eso me dio muchísima motivación en pensar que algún día podría ser esa mujer. Y cuando entré a AT&T, para quien empecé a trabajar cuando me pasaron la petición de LTE, fue para ella.
¿Cómo ayuda a que otras mujeres tengan un puesto de liderazgo en la empresa?
Cuando me hablaron de la oportunidad de México, y me comentaron de la gran inversión que se iba a hacer, de toda la tecnología, del reto que representaba, a mí lo que más me entusiasmó fue la oportunidad, como mujer profesional en este ramo, donde hay muy pocas mujeres, de ayudar a otras a ser líderes, a estudiar, a prepararse y ver a dónde pueden llegar.
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Lo he hecho de diferentes maneras. Una de ellas, desde mi grupo de trabajo, fue contar cuántas mujeres teníamos y empezar a pedir talento femenino. Hoy, en el departamento de ingeniería somos más de 1,200 personas. De los cinco directores, tres son mujeres. Cuando empezábamos, había un 10% de mujeres y ahora estamos llegando a un 40%.