Los principios de la disrupción en México
Los ejecutivos de empresas en México son de los más optimistas del mundo sobre las promesas de la nueva o cuarta revolución industrial, esa que mejorará los procesos de producción con el análisis de datos, las máquinas que aprenden y el internet de las cosas. Son los más optimistas, pero no son los que tienen más tiempo para innovar. Al contrario, los ejecutivos de empresas mexicanas son de los más concentrados en mantener su negocio tal como está.
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Eso es lo que encontró el barómetro de innovación de GE, una encuesta en todo el mundo que la empresa presentó en el más reciente Foro Económico Mundial de Davos. De los ejecutivos entrevistados en el mundo, 70% tienen expectativas positivas sobre la cuarta revolución industrial. En cambio, en México 81% de los ejecutivos la ven como positiva, es decir son más optimistas.
Al momento de enfrentar el cambio, los ejecutivos en México son más conservadores. En todo el mundo, la mitad de los ejecutivos está dispuesto a lanzar nuevos productos que rompen con la esencia del negocio de su empresa; en México, solo la quinta parte de los ejecutivos están dispuestos a hacer innovaciones disruptivas y, en cambio, 75% de los ejecutivos prefiere concentrarse en defender la esencia del negocio o core business de su empresa.
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Como comenta Vladimiro de la Mora, director de GE México, en el país los ejecutivos están “más preocupados por sacar la nómina del viernes que en ver qué va a pasar dentro de cinco años”. Para que se empiece a dar más innovación disruptiva, agrega, tienen que cambiar algunas condiciones: las empresas tienen que estar dispuestas a invertir en investigación, las universidades tienen que vincularse más con los negocios y el gobierno tendrá que promover más la innovación.
“Es la triple hélice: gobierno, universidades y empresas”, resume De la Mora. Y la oportunidad existe porque según los datos de GE, México es uno de los países con más ingenieros en el mundo, que tienen la calificación para generar más innovaciones.
nullEso lo está probando Jesús Yáñez, el fundador de la empresa Green Corp, una compañía de Saltillo, productora de insumos para la agricultura, que invierte en innovación, para generar productos que sustituyan a los fertilizantes y los pesticidas tradicionales, los conocidos como organofosforados, que están siendo limitados y sujetos a más regulaciones en algunos países por los posibles riesgos para la salud, tanto de los trabajadores agrícolas como de los consumidores.
La empresa de Yáñez está en el negocio de producir biopesticidas y bioestimulantes, que se basan en insumos que pueden ser parte de la dieta humana y que por tanto tienen menores efectos sobre el ambiente y sobre los trabajadores que los aplican. Tiene que atreverse, entonces, a utilizar tecnologías diferentes a las tradicionales y para eso necesita vincularse más con universidades y centros de investigación.
Yáñez fue académico durante varios años y ahí vio que la investigación en las universidades no tenía mucha relación con las necesidades de las empresas. En la Universidad en la que él fue profesor investigador por 8 años y donde analizó cerca de 300 proyectos. , “el recurso estaba enfocado a mucha investigación básica que no iba a repercutir ni en el corto ni en el mediano plazo.”
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Después de iniciar otras empresas de agroquímicos, hace 11 años Yáñez fundó Green Corp, y ya ha firmado 35 convenios de colaboración con universidades y centros de investigación en México, para incluir la investigación sobre los insumos mexicanos en sus productos.
Por ejemplo, para eliminar plagas en los cultivos, los biopesticidas no tienen los efectos de acumulación de los pesticidas tradicionales: “cuando se usa un mismo ingrediente de manera muy frecuente, el patógeno o la plaga genera una resistencia a ese compuesto y por tanto se tienen que elevar las dosis y el número de aplicaciones y eso puede exponer a los trabajadores a riesgos de salud y puede afectar el ambiente”, explica Yáñez.
Los clientes de Yáñez son agricultores de productos orgánicos, que necesitan sus insumos para lograr las certificaciones. Es un mercado que todavía tiene que crecer, porque los productos orgánicos se venden con un sobreprecio sobre los productos agrícolas cultivados con las tecnologías dominantes. El sobreprecio es pagado por algunos consumidores de Estados Unidos y de algunas ciudades de México, que prefieren productos orgánicos, pero todavía hay que convencer al consumidor medio: “Si vale 20 o 30% más que un producto tradicional y aparte se ve feíto, no pagan por él”, reconoce Yáñez.
nullLa tecnología tiene posibilidades de generalizarse, porque se hace con insumos renovables, lo que eventualmente puede bajar sus costos, también en la medida en que la demanda genere más producción.
La disrupción podría entonces llegar a la agricultura, con una tecnología que por lo pronto atiende a un pequeño segmento del mercado, pero que podría generalizarse por cambios en los gustos y exigencias del consumidor y por las regulaciones de los gobiernos.
Green Corp ha recibido apoyos del Programa de Estímulos a la Innovación del Conacyt, que es una muestra del esfuerzo del gobierno para impulsar nuevas tecnologías. Sin embargo, el programa se ha reducido. Para 2017, el programa recibió poco menos de la mitad del presupuesto que el año anterior y quedó en 2,200 millones de pesos. El número de proyectos apoyados bajó de 927 en 2016 a 406 en 2017. Y no por falta de proyectos. Según Nicolás Pérez, director del programa, en 2017 se aprobaron 983 proyectos de investigación, pero solo se apoyarán 406 por falta de recursos.
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Pérez dice que el programa es parte del esfuerzo para que la inversión en investigación y desarrollo llegue a 1% del PIB, desde el 0.56% en el que está ahora y que se compara con más de 4% en Israel. “Tenemos que ser claros que no vamos a alcanzar el 1%”, dice Pérez.
En cuanto a GE, Vladimiro de la Mora dice que la empresa está transformándose para convertirse en una compañía de conocimiento. Y muchas de sus soluciones podrían ayudar a otras empresas a generar innovaciones, gracias a que les generarán datos a partir de los cuales podrán tomar decisiones.
Las técnicas para empezar a generar innovaciones disruptivas empiezan a llegar a México. Falta ver si tendrán consistencia.