Las empresas de los árboles de Navidad, un negocio que va más allá de diciembre

Desde que se siembra hasta que se convierte en composta, un árbol de Navidad tiene gran valor para las empresas forestales mexicanas.
La rentabilidad que le deja a los productores un árbol de navidad ronda entre 40% y 50%

Los árboles de Navidad no sólo alegran los hogares en la temporada de diciembre y principios de enero, también los bolsillos de quienes los producen y venden. Y sus beneficios no terminan en ese periodo, apenas es la mitad del camino por recorrer.

La germinación marca el comienzo: el pequeño arbolito vive en un vivero hasta alcanzar un tamaño de 80 centímetros, luego es trasplantado al campo, donde entre cinco y siete años más tarde, alguna familia lo elegirá para ser parte de los festejos navideños.

Los árboles son cultivados y cuidados por empresas especializadas en la industria forestal. Una de ellas es Productora Forestal Atlancatzi. La firma produce árboles y madera que vende a los gobiernos municipales para los jardines públicos, y a los carpinteros o agricultores que emplean la madera como materia prima.

Lauro Ponce, director de la empresa, comenta que los ingresos de los árboles de Navidad representan su "aguinaldo", ese ingreso extra de fin de año. La rentabilidad que dejan los árboles es alta —el costo total del cultivo oscila entre 250 y 350 pesos, y se vende entre 500 y 600 pesos—, pero se trata de una ganancia que solo se obtiene durante unas cuantas semanas cada año.

Igual que ésta, existen alrededor de 80 compañías plantadoras con permisos para vender árboles de Navidad. Pero el negocio va a la baja, y es que los árboles importados y los artificiales le comen mercado a los campesinos que se dedican a esto.

“En el Estado de México producimos cerca de 14 millones de árboles, pero solo vendemos entre 300,000 y 400,000 árboles al año. Hay árboles que se nos están pasando porque ya no los vendemos, porque lamentablemente la importación nos está ganando el mercado” dice Ponce.

De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor), el consumo nacional de árboles de Navidad ronda los dos millones de unidades cada temporada, y alrededor de la mitad son importados. Los principales estados donde se cultivan son el Estado de México, la Ciudad de México, Veracruz, Puebla y Michoacán.

Varios de los productos han recibido apoyos de los gobiernos, pero dicen que no son suficientes. La creencia de que es una actividad que afecta al medio ambiente también pesa sobre el sector. “En las plantaciones forestales comerciales de árboles de Navidad que están debidamente formalizadas, cultivamos el árbol para ser cosechado para ser árbol de Navidad, es como cuando se cultiva el maíz. Nuestra actividad no deteriora el bosque, es una actividad sustentable”, asegura Ponce.

El ciclo sin fin

Ahora, desde mediados de enero y hasta febrero, es común ver árboles secos abandonados a mitad de las banquetas, pues una vez que el árbol cumplió su función, muchas personas lo tiran.

Sin embargo, el árbol —o lo que queda de él— aún es aprovechable. Empresas como Walmart lo saben, y trabajan en conjunto con las autoridades locales para el acopio de árboles.

Este año, la mayor cadena de autoservicios del país instaló 15 centros de acopio distribuidos en las diferentes alcaldías de la Ciudad de México. “Es una iniciativa que se alinea con una de las metas de la compañía, que es la de cero residuos. Para 2025, buscamos ser cero residuos en nuestras operaciones, y ya tenemos un avance del 73%”, comenta Jorge Carpio, gerente de sustentabilidad de Walmart de México.

Este trabajo se hace desde hace años, pero a partir de 2012 empezó a crecer de manera importante. Desde entonces, la firma suma 67,000 árboles en acopio.

Y una vez que los árboles se encuentran en estos centros, las autoridades locales van por ellos y los concentran en un centro donde se trituran y luego se distribuyen a los viveros de la ciudad, para ser usados como abono y composta para la siembra de más árboles o de plantas, o como parte decorativa en los camellones y jardineras. Así el ciclo se cierra y vuelve a comenzar, igual que la Navidad.