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¿Les tendríamos que hacer caso a las calificadoras?

Los inversionistas restaron su confianza en ellas después de la crisis en 2008, pero aún las siguen porque tienen acceso a información privilegiada.
mié 03 abril 2019 05:00 AM

¿Quién califica a las agencias calificadoras? Esta fue la pregunta que se desató hace una década, cuando el sistema financiero vivió una de sus peores crisis de la época reciente.

Su papel fue clave en la crisis que provocó la quiebra empresarial más grande de la historia, la de la firma de servicios financieros Lehman Brothers. Una de las causas que puso contra las cuerdas al sistema fue que las calificadoras asignaron triple A -la mayor calificación crediticia- a algunos instrumentos que en realidad debieron ser considerados como de alto riesgo.

Los inversionistas confiaron en ellas y muchos perdieron miles de dólares; sin embargo, diez años después, las reacciones no se hacen esperar cuando, por ejemplo, S&P cambia a negativa la perspectiva de Pemex. Y esto es porque las calificadoras hacen lo que nadie más: emitir una opinión acerca de la capacidad o voluntad de una entidad para pagar sus deudas.

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“Hay un mito muy grande sobre que no estamos regulados. A partir de la crisis, las regulaciones para las agencias calificadoras se volvieron sumamente estrictas. Entonces, nosotros sí respondemos a las autoridades, estas están muy enfocadas en evitar conflictos de interés, a que el análisis siga los criterios establecidos y que no se basen en cosas arbitrarias”, comenta José Pérez-Gorozpe, director senior de S&P y que encabeza el área de Análisis e Investigación en América Latina para la firma.

A nivel global estas empresas están reguladas por varias entidades. Las dos principales son la SEC (U.S. Securities and Exchange Commission) y el ESMA (European Securities and Markets Authority), su equivalente en Europa.

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En México, las agencias son reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), que anualmente realiza una auditoría en donde selecciona de manera aleatoria una serie de calificaciones.

La credibilidad en las calificadoras no es del todo ciega. “Parte de la confianza que los inversionistas tienen en ellas es que son globales y tienen acceso a información que el inversionista promedio no puede conseguir. A medida que tienen más información, el público inversionista va depositando más su confianza en ellas”, dice Everardo Hiarmes, director de inversiones de EFM Capital.

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Esta seguridad también tiene sus cimientos en el tiempo que llevan haciendo esto: Standard & Poor's tiene más de 150 años de historia; Moody’s, 110 años, y Fitch Ratings, 106 años. Además, se confía “en la capacidad de sus analistas, en la cantidad de factores a considerar para determinar el riesgo y en la profundidad del análisis de cada crédito calificado”, menciona Rafael Elías, director de Crédito para América Latina de Exotix.

¿Quién podrá ayudarnos?

Los participantes más susceptibles a las opiniones de estas agencias son los inversionistas individuales, ya que los fondos de inversión realizan sus propias evaluaciones; sin embargo, su decisión para invertir se puede ver afectada a medida que, por ejemplo, el tipo de cambio se aprecia o deprecia por alguna opinión emitida por las calificadoras.

“Si desaparecen las calificadoras lo que pasaría es que la información que hay del mercado se volvería más difusa y menos transparente”, asegura Pérez-Gorozpe. Esto generaría que los participantes del mercado con los recursos para realizar un análisis de cada una de las empresas emisoras tendría ventaja sobre los pequeños inversionistas. Del lado del emisor, aquella firma pequeña que pocos conocen tendría muchas mayores dificultades para levantar capital.

“La calificadora ayuda mucho, sobre todo a inversionistas pequeños, a tomar decisiones. Ayudan a que el flujo de la información sea más claro y transparente”, concluye Pérez-Gorozpe.

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Para Eduardo Recoba, especialista del sector bursátil, los inversionistas les hacen caso por la comodidad de acceder a la información. “Acudir a los datos de una calificadora es como ir a comerte una hamburguesa a McDonald’s, pero hay muchas otras alternativas para obtener eso mismo”, ejemplifica.

Además, confiar absolutamente en las calificadoras tiene un riesgo. “Se puede dar el caso donde la compañía que quiere captar capital con instrumentos de deuda le paga a la calificadora para que le dé una buena calificación”, señala Hiarmes.

Para disminuir esta situación, los especialistas recomiendan que el inversionista haga sus propios análisis y que considere otras fuentes como líderes de opinión, empresarios de prestigio y reportes de las compañías que son públicas.

Algunas de las fuentes más confiables, según Recoba, son los traders y analistas de casas de bolsa, que suelen tener una lectura más imparcial, ya que se juegan el puesto de trabajo si no son certeros. “Cuando ya complementas todas las fuentes logras diversificar y mitigar tu riesgo”, recomienda Hiarmes.

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