La Torre Mayor, la BBVA, Torre Reforma... el corredor de Paseo de la Reforma puede presumir de contar con algunos de los edificios más altos del país. En Nuevo León, en San Pedro Garza García, la Torre KOI se alza como la más alta de México. Su altura de 279.5 metros queda, sin embargo, lejos de las cifras de los grandes rascacielos internacionales. Muy lejos del edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubái, con 828 metros, pero también de otros como el nuevo One World Trade Center de Nueva York, que mide 541 metros de alto.
¿Por qué no hay rascacielos en México?
El país, donde se contabilizan 151 edificios altos, según el Council on Tall Buildings and Urban Habitat (CTBUH, el organismo internacional especializada en edificios altos y diseño urbano), no cuenta con estructuras consideradas como rascacielos. ¿Qué necesita un edificio para ser considerado como tal? Sergio Pérez, director ejecutivo de servicios corporativos globales de Newmark Knight Frank Latinoamerica, explica que deben tener una altura mínima de 600 metros, mientras que en el país solo existen edificios altos, es decir, aquellos con medidas de entre 200 y 300 metros.
A nivel mundial, China, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos lideran este ranking de edificios que buscan tocar el cielo.
Luis Méndez, presidente de Coldwell Banker Commercial, comenta que un edificio de esta categoría empieza por la altura, pero también deben tener el componente de uso mixto, estacionamiento amplio y fácil acceso a servicios de transporte público.
"Muchos de ellos tienen usos mixtos y componentes de servicio, como restaurantes de alta categoría, cafeterías, gimnasios, centros de negocios y tiendas de conveniencia. Estos proyectos también tienen el componente de hotel o residencias de larga estancia, salones ejecutivos para eventos, suficiente estacionamiento y un fácil acceso al transporte público", menciona.
En México los edificios altos y con este tipo de amenidades se encuentran distribuidos en lugares como la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y Puebla, y su potencial de mercado radica en inquilinos dispuestos a pagar altas rentas, que permiten la rentabilidad de estos proyectos.
¿Qué pasa en México?
Los expertos coinciden en que realizar un proyecto de rascacielos no resulta comercialmente viable en México. Una desarrolladora que quiere construir un rascacielos no solo debe invertir en la arquitectura, también debe hacerlo en los permisos de uso de suelo y en mejorar la infraestructura urbana que se encuentra alrededor para mejorar el acceso al complejo. Y esto se traduce en gastos que debe recuperar con la renta de espacios, que el mercado no está dispuesto a solventar.
"El problema se da porque se tiene que construir infraestructura urbana costosa para echar a andar un edificio de este tipo. Toda la inversión se tiene que recuperar en tasas de retorno y la inversión la recuperas con rentas de espacios que el mercado aún no está dispuesto a pagar. No es solo los metros que tienes que construir, también la infraestructura vial que representan un costo de construcción altísimo, aunado a la mecánica de suelos", dice Pérez.
Martha Millán, director ejecutivo de servicios corporativos globales de Newmark Knight Frank Latinoamerica, asegura que construir un rascacielos, por ejemplo, en la Ciudad de México también resulta complicado por el tipo de suelo, ya que para edificar es necesario excavar en el subsuelo, donde se encuentran grandes cantidades de agua, haciendo la cimentación costosa.
"Además de que en la Ciudad de México la tierra es muy mala, es una zona sísmica y esa combinación hace que sea caro y difícil construir. Japón, por ejemplo, es zona sísmica, pero no tiene las mismas complicaciones de suelo", dice.
El caso de las grandes ciudades, dice Méndez, las grandes empresas están dispuestas a pagar hasta 50 dólares por metro cuadrado, lo que fomenta el ecosistema para la realización de inversiones multimillonarias de estos proyectos. "La dinámica comercial radica en los inquilinos de clase mundial que están dispuestos a pagar rentas por encima de los 30 dólares por metro cuadrado en edificios de gran categoría. Esto hace posible algunos proyectos ambiciosos con más de 40,000 metros cuadrados de oficinas, pisos con más de 1,000 metros cuadrados de Área Bruta Rentable (ABR)".
Méndez señala que el futuro de los rascacielos en los próximos 50 años radica en que estos sean más ecológicos e incluyan componentes amigables con el medio ambiente, "en las principales ciudades del mundo donde existe al mercado potencial para pagar las rentas que hagan rentables esta inversiones", puntualiza.