José Manuel Quintana se inició en la operación de hoteles con cuatro habitaciones en una casona en la Ciudad de México, para hospedar a los ejecutivos de empresas internacionales. Ahí encontró un nicho de mercado. Era 2014 y, meses después, mudó su negocio a un inmueble con más espacio. Hoy, tras casi seis años, ya posee 56 cuartos con un diseño diferente cada uno, pero bajo una misma marca: Pug Seal.
Los hoteles boutique de Pug Seal salen de la Ciudad de México y llegan a Oaxaca
Lo que, inicialmente, era un proyecto de emprendimiento para materializar un sueño personal, ahora pretende convertirse en una cadena de hoteles boutique con el componente de bed and breakfast, que combina el servicio de hospedaje, desayuno y convivencia exclusiva con los clientes en áreas comunes dentro del inmueble. No quiere ser una cadena masiva con servicios estandarizados, más bien, se plantea como una oferta de valor en el servicio con el componente de lujo.
Pug Seal se encuentra en colonias donde impera esta última característica, pues Quintana asegura que su nicho de mercado está orientado a un turista extranjero, sobre todo, personas retiradas, familias, viajeros de negocio y parejas. Sus cuatro hoteles están en Coyoacán, con ocho habitaciones, y en el triángulo de Polanco: Edgar Allan Poe, con 21 habitaciones; Tennyson, con 11; y Anatole France, con 26 cuartos. La inversión total suma más de 85 millones de pesos, que provienen de levantamiento entre los socios que apostaron por el concepto, algo que Quintana define como un fondo patrimonial friends and family.
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“Básicamente, se trata de capital propio, porque en un complejo de esta categoría la apertura es más tardada y obtener rendimientos es un proceso más lento. Si un hotel normal se tarda un año y medio en tener ingresos para su operación, uno de esta categoría tardaría más de dos años en hacerlo”, comenta.
Para Quintana, el siguiente paso es abrir un hotel en Oaxaca, que tendrá 20 habitaciones y requerirá alrededor de 25 millones de pesos de inversión. “Buscamos lugares que sean mercado potencial, que tengan buen flujo y que podamos cumplir con permisos legales. Vendemos mucho a corporativos internacionales y, por eso, debemos estar cerca de oficinas. Oaxaca es turismo, pero también es emprendimiento y generación de eventos. Tardamos un año en abrir cada propiedad, pero en Oaxaca los permisos no salieron tan rápido y ahí serán 15 o 16 meses”, dice el fundador y ahora director general de Pug Seal.
Negocio sin patrimonio
El concepto de Pug Seal es diferente: los inmuebles son alquilados, no propios. La inversión radica en la renta, remodelación y operación de casonas con un componente histórico entre sus muros y, dependiendo de la localidad, la adecuación de cada cuarto se lleva alrededor de 1.5 millones de pesos.
“No compramos las propiedades, las rentamos a largo plazo y le invertimos una cantidad importante, pero no se compara con lo que podría valer una casa. Firmamos un contrato de renta a largo plazo, hacemos las adecuaciones y creamos un flujo que dé para pagar la renta, los costos operativos y aparte nos deje una utilidad. La inversión que hacemos es de un millón y medio de pesos por habitación abierta”, apunta.
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Sobre el modelo de negocio, Juan Carlos Cuevas, director general de la consultora Hotels Solutions, afirma que la renta de inmuebles para la operación de hoteles boutique conviene sólo cuando la marca planea abrir varias sucursales. Además de que el arrendamiento no debe representar una suma alta, ya que también hay que tener en cuenta los gastos de operación. Los hoteles comerciales deben contemplar gastos de 1.5 personas por cuarto disponible, mientras que en los boutique es de entre cuatro y cinco personas, es por ello que las tarifas son más altas. En este sentido, el retorno de cualquier inversión hotelera debe estar entre cinco y siete años, explica el especialista.
Casonas con sorpresa
La fachada de los hoteles de Pug Seal es similar a la de cualquier otra casa que puede verse en Polanco o Coyoacán. No hay letreros que indiquen que, tras sus puertas, se esconde un hotel de lujo. La privacidad y exclusividad en la experiencia de hospedaje es una de las apuestas de la firma.
Su propósito es hacer comunidad, no sólo al interior, sino en las calles aledañas. En Polanco, los tres complejos forman un clúster donde los huéspedes pueden salir a hacer turismo, ir de compras o comer en los exclusivos restaurantes de la zona. “En los grandes resorts tienen tiendas, bares, restaurantes. Queremos hacer esa fórmula, pero viendo Polanco como un clúster: vamos con tiendas y restaurantes, hacemos acuerdos y se dan descuentos y trato preferencial a nuestros huéspedes”, explica Quintana.
Al ser un tipo de bed and breakfast, no tiene restaurante o bar, el concepto es justo el de una casa donde se crea convivencia entre los huéspedes. Los bocadillos y las bebidas están disponibles a toda hora, pero los convenios que tienen con las tiendas les permiten ofrecer room service con menús especiales de los restaurantes de la zona, aunque cada uno tiene su distribuidor de cabecera.
Acostumbrado a viajar desde niño, las preferencias de este emprendedor se enfocaban en vivir experiencias únicas en sitios con ecosistemas culturales y artísticos, de ahí su idea de apostar por conceptos exclusivos y de lujo. Los inmuebles de Polanco, Coyoacán y el próximo de Oaxaca son una plataforma que, asegura, lo impulsará a su verdadero sueño: “Operar en lugares relacionados con los ecosistemas de México, como Baja California o la Huasteca potosina, pero siempre que se cree una promesa de valor”.