En las últimas semanas, miles de empleados han regresado a trabajar a las plantas de autopartes que han reiniciado operaciones en el país, después de retrasarse dos meses en las entregas debido al paro tras la explosión de casos de coronavirus en el país. Pero el arranque de actividades, en un entorno con nuevos casos surgiendo cada día y con solo una tercera parte de la plantilla, es apenas el primero de los innumerables desafíos que enfrentan los fabricantes de componentes. Tras el desplome en las ventas de vehículos a nivel global y el paro de operaciones, varias de ellas ya tiene problemas de liquidez y el temor es que la situación empeore y se traduzca en recortes si no empiezan a llegar pedidos.
El desempleo acecha a las plantas de autopartes en México
“Ahorita estamos arrancando, pero realmente no sabemos qué se viene hacia adelante. La demanda de componentes depende de las ventas de vehículos, pero éstas se han derrumbado”, dice Ulrich Thoma, presidente del Clúster Automotriz de la Zona Centro (Clauz), quien no descarta que en el segundo semestre del año pudiera haber reducciones de turnos, despidos e incluso el cierre de algunas plantas. “Dependerá de las ventas que haya hacia el segundo semestre, pero sí es posible que haya despidos, como también es posible que haya reducciones en las jornadas de trabajo”, añade.
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México es el mayor proveedor de componentes automotrices para Estados Unidos, sin embargo, IHS Markit proyecta que las ventas en ese mercado podrían caer hasta los 14 millones de unidades en 2020, casi cuatro millones menos que en 2019. Y esto pondrá en aprietos a las 1,500 plantas de autopartes que operan en el país.
Oscar Albín, presidente de la Industria Nacional de Autopartes, ya estima una caída de 32% en el valor de la producción de componentes en México, hasta los 66,594 millones de dólares, similar a lo alcanzado en 2009. “Estamos prácticamente regresando diez años atrás, esperamos que no nos tome otros diez regresar a los montos que teníamos en 2019, de 97,000 millones de dólares”, dijo en una videoconferencia el lunes.
Eduardo Solís, miembro del consejo directivo de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y consultor independiente en comercio exterior, inversión y manufactura, coincide en que la caída en las ventas de autos en Norteamérica, principalmente en Estados Unidos, impactará en México. “Una menor demanda de vehículos reducirá la demanda de componentes y eso afectará las nóminas de las empresas”, dijo.
Aunque ahora las plantas de autopartes enfrentan los mayores desafíos para mantener los 800,000 empleos que generan a nivel nacional, las armadoras podrían no escapar a los recortes.
Nissan Mexicana ya acordó con el sindicato de trabajadores de la empresa un recorte de 200 puestos de trabajo en una de sus plantas en Aguascalientes, que afectará a los trabajadores de menor antigüedad en diversas líneas de producción, quienes recibirán una liquidación calculada con base en su salario integrado.
“Cada día que pasa que no se compran vehículos debido al paro de actividades, no solo en México, sino también en Estados Unidos, se genera una incertidumbre sobre los volúmenes futuros”, dice Mauricio Kuri, director de comunicación corporativa y asuntos de gobierno de Volkswagen de México. “Mientras más se detenga el tiempo de la economía, los consumidores retrasarán su compra poniendo en riesgo los puestos de trabajo en las plantas, porque si no puedes llegar a los volúmenes que tenías pronosticados pues tendrás que reducir los turnos”, añade.