Su lanzamiento oficial fue en junio de 2015, con una oferta que incluía dos SUV y un sedán compacto. El objetivo era vender 7,000 unidades en los primeros seis meses, pero gracias a que la marca puso su logo por todos lados y abrió concesionarios en prácticamente todo el país, superó las 11,000 al cierre de ese año.
La segunda fase de su expansión inició en 2016, con el lanzamiento de tres nuevos modelos —otro SUV, un hatchback y un sedán mediano—, y la apertura de más concesionarios. Tras esta expansión y con el fortalecimiento del portafolio de vehículos, Kia incrementó sus ventas hasta las 58,112 unidades en su segundo año.
Para 2017, y tras el lanzamiento del SUV híbrido Niro, la presentación de la cuarta generación del subcompacto Rio y la llegada de deportivo Stinger, cerró el año con 86,713 unidades vendidas, equivalentes al 5.7% de las ventas de vehículos nuevos en ese año.
Los directivos de la marca atribuyeron el éxito a la red de distribuidores —que le da una cobertura de prácticamente la totalidad del territorio nacional— y a la oferta de producto. Pero también a una garantía de siete años y costos de servicio competitivos, que en 2015 entusiasmaron a los consumidores mexicanos, acostumbrados a garantías de dos o tres años y costos de servicio que superaban los 2,500 pesos.
No pasó mucho tiempo para que otras marcas empezaran a ofrecer extensiones de garantías y promociones en servicios y reparaciones. En 2016, el promedio del costo de los servicio bajó 18% hasta los 2,128 pesos, según datos de J.D. Power de México.
“La llegada de las marcas surcoreanas —Hyundai en 2014 y Kia en 2015— generó cierta presión en el mercado”, dijo en entrevista Gerardo Gómez, director general de J.D. Power de México.
