Pero aunque el segmento de los coupés y los convertibles deportivos de más de un millón de pesos mueve pocas unidades cada año –unas 500 en México, según datos de Inegi–, genera a las marcas premium varios millones de dólares e imagen de marca.
“Tener estos coches de nicho, si bien no representan un alto volumen de ventas, sí son una herramienta de posicionamiento de marca. Es un modelo que representa todo lo que es Jaguar: deportividad, legado y exclusividad”, dijo Licea.
Los fabricantes de automóviles de lujo, especialmente los europeos, históricamente han perseguido nichos de mercado, ofreciendo un vehículo para todos los gustos imaginables, por eso no resultaba extraño que hubiera decenas de versiones e infinitas posibilidades de personalización.
Pero, en medio de la incertidumbre que ha generado la pandemia en las cadenas de suministro globales, los fabricantes premium reconocen que los múltiples estilos de carrocería y variantes de motor han agregado costos y complejidad en la gestión de inventario para sus filiales, sus clientes y sus concesionarios.
Jaguar Land Rover está consolidando productos. Por ejemplo, de las 30 versiones que había disponibles de su coupé deportivo F-Type ahora solo ha dejado siete, con tres opciones de motores, que van de los 1.3 a los 2.5 millones de pesos. Con equipamiento opcional, el precio de los modelos puede llegar a los 2.7 millones de pesos.
“Estamos tratando de tener un portafolio más amigable, eficiente y rentable para para los concesionarios”, dice Licea.
Esta semana, Jaguar Land Rover presentó una renovación de mitad de ciclo de vida de su F-Type, que dependiendo de la motorización compite con el Porsche 718 Cayman, 718 Boxster o con el 911; con el BMW Z4 y con el Mercedes AMG-GT. La compañía de origen inglés espera vender entre 20 y 30 unidades cada año de F-Type.