1. El lento regreso del turismo extranjero
Antes de la propagación del coronavirus en México, el turismo extranjero –medido por los flujos de turistas de internación, que permanecen al interior del país– venía dando buenas señales.
En enero de este año, entraron más de 2 millones de viajeros internacionales, un crecimiento de 5% respecto al mismo periodo de 2019, y para febrero esta alza se aceleró a 8%. Sin embargo, a partir de marzo el turismo comenzó a resentir el cierre de fronteras en varios países, y para abril, el país había perdido 95% de sus viajeros.
2. Una recuperación mixta
Entre los principales destinos para el turismo extranjero, esta caída comenzó a reflejarse de manera inmediata. En destinos de playa emblema del país, como Cancún y Los Cabos, el éxodo de turistas internacionales comenzó a mediados de marzo, y en abril y parte de mayo, varios hoteles y restaurantes permanecían cerrados, y los que pudieron abrir, vacíos.
Debido al cierre de otros destinos como Europa, México se ha convertido en una de las pocas alternativas para turistas estadounidenses, lo que ha llevado a Cancún y Los Cabos –dos de los mayores receptores de este segmento– a recuperar turistas a un mayor ritmo que algunas urbes como la Ciudad de México.
3. La parálisis hotelera
Entre enero y octubre, los hoteles mexicanos han perdido más de 39 millones de huéspedes, equivalente a un 56% menos usuarios que los atendidos en el mismo periodo de 2019.
Parte de esta caída se explica por una fuerte disminución de la demanda en algunos destinos, donde nuevamente las ciudades son menos favorecidas por el cierre de atracciones clave, como museos, conciertos y congresos. Otra razón ha sido el límite que se ha impuesto a los hoteles, que no pueden permanecer llenos para evitar aglomeraciones, lo que ha arrastrado la ocupación promedio desde un 60% entre enero y octubre de 2019, hasta 25.6% en el mismo periodo de este año.