Y la compañía ha aumentado su apuesta financiera por este activo. En su presupuesto de este año le ha otorgado 51,363 millones de pesos para labores de exploración y producción, su tercer presupuesto más alto en los últimos tres años y con el cual busca dar un revés a la declinación natural de los campos y mantener la producción, pues conforme avanza la caída, aumenta el costo de extracción por barril.
Pero la situación ya es prácticamente inminente. Los tres campos han atravesado su pico de producción: Ku en 2009, Maloob –el que más aporta crudo– en 2018 y Zaap en 2017.
Las alternativas de Pemex deberán centrarse en nuevos campos que puedan suplir la producción del yacimiento. Pero hasta ahora ninguno de los nuevos anunciados por la petrolera poseen un potencial similar al de Campeche.
Dzimpona, el último campo anunciado por Pemex, alcanzará los 138,000 barriles diarios en su pico de producción e Ixachi, una de las grandes promesas del sexenio, llegará a los 82,000 barriles al día en su punto máximo.
En perspectiva, Ku Maloob Zaap logró su producción máxima con 854,000 barriles al día en 2013, y el declive del activo complicaría las metas presidenciales de producción de crudo, que se han ajustado continuamente a la baja y que ahora apuntan a 2 millones de barriles a finales del sexenio.
El yacimiento es el segundo activo más importante en la historia de la producción de la estatal Pemex, sólo después de Cantarell, el mítico campo que llegó a aportar hasta 2 millones de barriles al día y que llevó a la petrolera a un boom de producción.
La historia de producción de Ku Maloob Zaap aún continuará en los años próximos, pero con una cifra menor a 500,000 barriles a partir de 2026 y dejará de sumar petróleo en 2050, de acuerdo con información de consultoras.