El sistema capitalista tiene la reputación -no muy buena- de anteponer las ganancias a todo lo demás. Pero la sostenibilidad y la responsabilidad social se han vuelto mucho más difíciles de ignorar para las empresas. Un número creciente de corporaciones se está dando cuenta del potencial del capitalismo consciente. Las empresas ahora se refieren a toda esta área como ESG: gobierno ambiental, corporativo y social. Y cada vez más inversionistas buscan invertir su dinero en empresas que se alineen con las mejores prácticas en estos tres ámbitos.
La idea es “producir soluciones rentables a los problemas de las personas y el planeta, y no sacar provecho de producir problemas para las personas o el planeta”, explica Colin Mayer, profesor de la Escuela de Negocios Saïd de la Universidad de Oxford, otro de los impulsores del concepto.
Este no es un concepto nuevo. Raj Sisodia lo puso en el mapa en 2013 en su libro Conscious Capitalism: Liberating the Heroic Spirit of Business. En él, su coautor John Mackey, fundador de la cadena de supermercados orgánicos Whole Foods, define los cuatro ejes que componen esta forma de hacer negocios: propósito, integración de grupos de interés, cultura y liderazgo.
“La paradoja de las ganancias es que, al igual que la felicidad, se logran mejor si no se apuntan directamente a ellas”, escribe John Mackey en el libro.
Las empresas con un propósito superior han demostrado que pueden superar a las empresas más tradicionales. Patagonia, una empresa de ropa estadounidense que comercializa y vende ropa para exteriores, es un ejemplo. Cuando se fundó en 1973, su misión era "construir el mejor producto, no causar daños innecesarios, utilizar el negocio para inspirar e implementar soluciones a la crisis ambiental". La compañía, que desalienta el consumo excesivo, se enorgullece de vender productos duraderos, tiene centros de reparación para disuadir a los clientes de comprar artículos nuevos y no participa en el Black Friday u otras promociones de ventas.
Sin embargo, en el clima empresarial actual, las empresas que cotizan en bolsa siguen bajo presión para renunciar a estos objetivos de sostenibilidad y responsabilidad social y corporativa, que solo se pueden conseguir en el largo plazo, para obtener beneficios trimestrales.
Los valores de una organización casi siempre provienen de arriba hacia abajo. Un modelo de negocio ético sólo puede tener éxito si se considera que los ejecutivos están realmente comprometidos con el gobierno corporativo. Como dice Timothy Henry, co-fundador de Capitalismo Consciente, "una organización no puede ser más consciente que sus líderes".
Esta convicción de que los líderes son claves en esta transformación impulsó a Capitalismo Consciente a tratar de expandir el concepto alrededor del mundo mediante la organización de foros. Empezó haciéndolo en Estados Unidos y luego lo llevó también a España y Brasil.
El 15 y 16 de noviembre, se llevará a cabo la primera edición de este encuentro en México. 40 líderes estarán reunidos durante estos dos días. “Creemos que construir redes es importante porque permite intercambiar no solo mejores prácticas, sino también aquellas que no lo son tanto y que deberían de eliminarse de las organizaciones”, dice McCobin.
Él será uno de los participantes, además de Raj Sisodia, cofundador de Capitalismo Consciente, Christine Kenna, socia del fondo mexicano de capital emprendedor Ignia; Francisco Fernández, director ejecutivo del Centro de Empresas Conscientes del Tec de Monterrey, y Blanca Juana Gómez, directora general de Expansión Publishing.
“La magia de estos eventos es que las personas exponen su propia visión del capitalismo consciente. Porque una cosa es leerlo en el papel y otra es ya oírlo de primera voz… Conocer todas estas experiencias permite a los líderes generar ideas, mejores prácticas, hay soporte entre ellos”, concluye McCobin.