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La CFE que viene: ¿cuál será su nuevo papel si se aprueba la reforma eléctrica?

La compañía ya ha tomado el rol de rectora de la política eléctrica. La aprobación del documento le daría esta facultad a grado constitucional.
sáb 16 abril 2022 12:17 PM
Manuel Bartlett CFE
Manuel Bartlett ha sido el hombre detrás de las principales modificaciones en materia eléctrica durante el sexenio.

La finalidad nunca se ha ocultado. La reforma constitucional que se votará mañana domingo en el pleno de la Cámara de Diputados tiene un fin principal y ese es concentrar el mercado eléctrico y devolver el protagonismo a la estatal CFE.

La empresa eléctrica nacional ha dejado de comportarse como una compañía más del mercado eléctrico, lo que perseguía la reforma de 2013. En cambio, en lo que va del sexenio, la empresa que hoy dirige Manuel Bartlett ha jugado el papel de tomadora de decisiones y diseñadora de la política eléctrica. Varios analistas y especialistas del sector coinciden en que la CFE ha pasado de ser una empresa regulada a dictar las normas del sector. La iniciativa presidencial le daría legalmente estas facultades y lo elevaría a nivel constitucional.

El dictamen que subirá mañana al pleno de la Cámara de Diputados deshace uno de los puntos medulares de la reforma de 2013: quita a la CFE la etiqueta de empresa productiva del Estado y la dota de una nueva. De aprobarse la reforma eléctrica impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, la compañía estatal se convertiría en un organismo del Estado con personalidad jurídica y patrimonio propio. Un título nuevo –que no tiene ningún otro ente– y cuyas implicaciones aún no están del todo claras, aunque el dictamen de la iniciativa ya da algunas pistas de la magnitud de la modificación.

“Una de las cosas que no aclara la reforma es qué naturaleza va a tener la CFE. Dice que va a ser autónoma, pero no dice si va a ser un organismo constitucional autónomo o uno descentralizado”, dice Julia González Romero, una abogada del sector. “Si CFE obtiene el grado de organismo constitucional autónomo sería completamente independiente de la Secretaría de Energía, porque incluso queda fuera de la administración pública federal”.

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Con ello, la separación legal de la CFE en seis subsidiarias –impulsada por la reforma de 2013– quedaría anulada. El cambio constitucional de 2013 ordenaba a la CFE su separación estricta para llevar cada una de sus actividades de manera independiente y así mejorar su rentabilidad y eficiencia de operación. Pero el gobierno actual ha asegurado que esto solo generó pérdidas económicas y de clientes. El documento solo contempla mantener la subsidiaria CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, creada al inicio del sexenio, pero cuyo plan permanece desdibujado. También mantiene las filiales CFEnergía, CFE International y CFE Capital.

La oposición no ha renegado de este punto. En la propuesta dada a conocer hace unos días incluyen un inciso –a petición del PRI– para dar a la estatal autonomía presupuestal y de gestión. Pero la iniciativa del presidente rebasa esos puntos y va más allá: coloca a la empresa como el principal rector de la política eléctrica, con atribuciones que incluso rebasarían a la Secretaría de Energía, que por ahora se sitúa por encima de la compañía –al menos en la teoría– en cuanto al diseño de la política en la materia.

La intención de que la estatal dirigida por Manuel Bartlett sea un participante más del mercado de generación eléctrica quedaría olvidada del todo.

La compañía tomaría la responsabilidad de planear y controlar completamente el sistema eléctrico nacional y se convertiría en la responsable exclusiva de abastecer de energía eléctrica a los consumidores, sin importar su tamaño. Con el modelo actual, sus atribuciones incluso podrían estar por encima que las de la Secretaría de Energía y no estaría bajo la vigilancia de ningún regulador.

“[La CFE] preservará la seguridad y autosuficiencia energética, así como el abastecimiento de energía eléctrica para toda la población y garantizar en consecuencia el derecho humano a la vida digna”. La empresa también ejercería una autonomía completa en el ejercicio de sus funciones y la administración de su presupuesto.

Un triunfo de Morena mañana en el pleno acabaría de facto con el mercado que se creó en 2013: se cancelarían todos los contratos con privados y los permisos actualmente en trámite. El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), que hasta ahora opera el mercado eléctrico y decide qué electricidad se sube al sistema –con base en criterios económicos–, perdería su autonomía y pasaría a ser parte de la estatal mexicana. En términos simples: la compañía que dirige Manuel Bartlett decidiría qué electricidad se usa y cuál no.

Y con ello se daría inició a la reconfiguración del sistema eléctrico: la estatal CFE compraría electricidad generada por los privados y decidiría el orden en que se subiría al sistema, con las centrales de su propiedad al inicio de la fila, sin importar la tecnología, el combustible o los costos. Aquí es donde tiene cabida uno de los puntos principales del documento: se haría asegurando que la compañía genere al menos el 54% de la electricidad y los privados el 46% como máximo.

La iniciativa ya incluye algunas advertencias: no todas las centrales actualmente en operación podrán continuar participando en las actividades de generación eléctrica. La CFE no compraría la electricidad generada en las centrales de autoabasto –el modelo que más ha sido criticado por el presidente y que es utilizado por los grandes clientes industriales– que considere han operado de manera ilegal, tampoco adquiriría la generación excedente de los Productores Independientes de Energía “derivada de los permisos sobrepuestos al permiso original de la central”.

El documento que mañana será votado dice que la CFE ejercerá un proceso de competencia entre los privados para decidir qué electricidad adquirir y “despachará en orden al mérito de costos de producción, conforme a los requerimientos de seguridad y confiabilidad del sistema eléctrico nacional”. Pero esto aún es ambiguo y otorga a la compañía discrecionalidad en sus decisiones, dicen los analistas.

La eléctrica mexicana también quedaría a cargo de definir todas las tarifas involucradas en el sistema: definiría los costos derivados del uso de las redes de transmisión y distribución y las tarifas de los usuarios finales.

Hasta ahora y tras la reforma de 2013, la Comisión Reguladora de Energía tenía a cargo la definición de los costos y tarifas. En el documento inicial, presentado por el presidente a finales de septiembre se contemplaba la desaparición del regulador, pero en un último borrador se ha omitido este punto. Pero esto último aún no es claro. La permanencia del regulador se haría con una compañía –la CFE– que se se convertiría en juez y parte. El papel de la Comisión quedaría desdibujado.

La aprobación de la reforma llevaría al papel el papel que la compañía ya ha tomado desde hace algunos años. El futuro de la iniciativa aún es incierto, pero las apuestas se han volcado hacia una derrota del partido del presidente.

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