Una de las principales razones, afirma, es que permite a las empresas establecer mecanismos claros de protección y comportamiento de su plantilla de trabajo. Es decir, reglas claras y procesos para evitar actos de corrupción, desfalco, acoso u otras actividades en detrimento de la empresa.
En México, las empresas se preocupan por la reputación que tienen ante los clientes, pero hacia adentro hay pendientes. “Cada que vengo a México veo camiones que dicen: ‘si maneja mal llame a tal número’, y está bien. El compliance hace que esa búsqueda de confianza sea mayor, no solo hacia afuera sino desde los procesos internos”, añade Navarro.
México tiene un atraso considerable en la implementación de procesos que garanticen el cumplimiento corporativo, pero también otros países. España, explica el especialista, estaba rezagado tan reciente como 2015, cuando la legislación fue modificada para reconocer la responsabilidad penal de las personas morales. El compliance, entonces, tomó un impulso.
“Llegamos tarde en España, pero vamos mejor y con pasos más seguros”, dice. “México también puede dar pasos firmes”.
La pandemia supuso una pausa en la implementación del compliance, pues entonces la prioridad era otra: la supervivencia. Ahora, en plena recuperación, se vuelve una herramienta clave para mostrar el compromiso corporativo con el buen actuar.
¿Cómo garantizar el cumplimiento de las reglas?
Además de tener lineamientos claros que sean ampliamente conocidos por todos los miembros de la organización y una capacitación constante, es necesaria una figura que vigile que las reglas efectivamente se cumplan. Sin embargo, Navarro hace una puntualización en el tema: los oficiales de cumplimento corporativo no son policías ni ejecutores de justicia. Son responsables de que los lineamientos de la empresa se cumplan, de cuidar los objetivos y los intereses de todos los que en ella laboran. Y nadie está por encima de ello.
"Lo ideal es que el dueño mismo de la empresa nombre al oficial de compliance", explica. "Y su remoción también debe estar por encima de las atribuciones del CEO u otros directivos".
El oficial de cumplimiento tampoco despide, eso es materia de Recursos Humanos, solo resguarda la mejores prácticas. Estos conceptos, comenta el especialista, son clave para la buena implementación de las mejores prácticas.
Otro punto clave para Navarro es el costo. Sí, tener un oficial de cumplimiento representa una inversión de recursos, pero no tenerlo puede salir más caro. Fraudes, corrupción, escándalos son prevenibles; ser reactivos en una empresa implica más dinero para recuperar poco a poco la confianza de la gente.
“El primer paso para implementar el compliance en una empresa es la voluntad, tomar una foto de los riesgos y darse cuenta de su impacto en el mercado”, dijo. “Esto no es una moda, los consumidores quieren empresas con buena valoración”.
Aunque el camino es largo todavía en el país en materia de cumplimiento corporativo, Navarro confía en algo: cuando vuelva a México habrá avances, y sí, pasos firmes.