Los mexicanos toman en cuenta muchos factores a la hora de elegir un auto. Y los elementos de seguridad no están precisamente al principio de la lista. El color, la conectividad y la pantalla son elementos que llaman la atención de los compradores más jóvenes, mientras que los mayores aprecian otros atributos como el espacio interior, la potencia del motor y la cámara de reversa.
Pero la seguridad no debe ser menospreciada en un mercado que, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), ocupa el séptimo lugar a nivel mundial y el tercero en la región de Latinoamérica en muertes por siniestros viales, con 22 decesos de jóvenes de entre 15 y 29 años al día, y 24,000 decesos en promedio al año. Los siniestros viales constituyen la primera causa de muerte en jóvenes entre cinco y 29 años de edad y la quinta entre la población general.
En México, la NOM-194-SCFI-2015 sobre Dispositivos de seguridad esenciales en vehículos nuevos, establece lo mínimo de que deben de tener todos los autos nuevos que se vendan en el país. Su última actualización, publicada en mayo de 2016 en el Diario Oficial de la Federación, contempló la incorporación de al menos dos bolsas de aire, cinturones de seguridad de tres puntos y frenos ABS, entre otras cosas, para todos los automóviles nuevos que se vendieran a partir de 2017.
Esto tuvo dos efectos en el mercado mexicano: por un lado, llevó a los fabricantes a dotar a todos sus modelos -desde las versiones más básicas- de elementos mínimos de seguridad; por el otro, derivó en la salida de varios modelos con plataformas antiguas, cuya actualización no resultaba rentable para los fabricantes, como Nissan Tsuru, Dodge Atos y Chevrolet Matiz.