Santilli ingresó al mercado laboral en 1989, en el área de Mercadotecnia de la filial argentina de Campbell Soup Company. Al año siguiente, se cambió a Kellogg, y en 1992 Quaker Oats la fichó. En esa compañía permaneció durante casi una década y ocupó varias posiciones de liderazgo dentro de la empresa hasta que PepsiCo la compró en 2001.
“Podríamos decir que llegué a PepsiCo de la forma más difícil, que es a través de una adquisición. Yo entré como parte del ‘inventario’, éramos las marcas, plantas y empleados, y nadie te trata súper bien cuando eres recién llegada como parte de una adquisición”, dice.
Entonces ella era gerente general, estaba esperando su primer hijo y era la encargada de las operaciones de Quaker en la región del cono sur -Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia-. “Entonces pensé. Esto no va a ser fácil”.
Ella entonces creó su aldea. "A las mujeres nos hacen creer que toda la responsabilidad de la crianza recae en la madre y eso es un cuento. Es un mito innecesario. Yo tenía a gente que me ayudaba en la casa, tenía amigas, tenía familia. Y recurrí a todo el mundo, empezando por mi marido, el papá de mis hijos. Cuando tenía demasiadas cosas nunca dudé en decir: SOS, necesito ayuda", cuenta.
"Nunca me quedé calladita"
Viendo su carrera en retrospectiva, Santilli reconoce que ha habido una constante: “Yo siempre opiné y hablé. Nunca me quedé calladita, aunque mi punto de vista fuera muy diferente al de todos los demás. Y logré que me escucharan”, dice.
“Recuerdo que hubo una ocasión en la que estábamos mirando los planos industriales de una planta nueva y todos los ingenieros estaban alrededor del layout. Entonces dije: ‘esta línea de manufactura está al revés. La entrada de la materia prima está del lado opuesto al almacén, entonces me están haciendo una línea de manufactura a contramano’. Todos se quedaron callados y al final se invirtió el layout”, cuenta. “Desde ese momento decidí que no me iba a quedar callada e iba a decir siempre lo que se me viniera a la cabeza”.
Dentro de PepsiCo, Santilli ha ocupado diversas posiciones, primero en Argentina y luego en otros países de la región de Latinoamérica. En 2009 fue nombrada presidenta de la división de bebidas de PepsiCo para México, y, en 2016, directora de operaciones (COO) de la división de alimentos, liderando las áreas de ventas, mercadotecnia y operaciones. Un año después fue nombrada CEO de la filial mexicana y en 2019 CEO de la región de Latinoamérica.
Aunque ella ha roto su techo de cristal, sabe que aún hay trabajo por hacer. PepsiCo se ha puesto el objetivo de que la mitad de las posiciones gerenciales estén en manos de mujeres para 2025.
“Es importante tener una meta clara, porque entonces puedes visualizar en dónde están los problemas, ver en qué área, división o país hace falta reforzar. Una vez que tenemos esto claro ponemos los planes en marcha para garantizar que vamos a llegar al objetivo”, dice.
Más mujeres en posiciones de liderazgo
Santilli tiene claro que para impulsar que las mujeres lleguen a posiciones de poder hay que empezar por darle las mismas oportunidades que a los hombres, tener equidad salarial, flexibilidad laboral, mentorías y entrenamiento en momentos clave de su liderazgo.
Ella tiene claro que la diversidad es “bueno” para el bienestar del negocio. “El 60% de las tiendas en México son atendidas por mujeres, entonces, ni modo que no tengamos a mujeres en el área de ventas, si son ellas las que están comprando nuestros productos para abastecer sus tienditas”, dice.
Hoy, la región dirigida por Santilli está ya muy cerca del objetivo: 47% de las posiciones gerenciales ya están en manos de mujeres. En su equipo directo ya es el 50%.