Una producción estable, pero que no repunta
El argumento principal en el discurso presidencial sobre la petrolera se basa en que su gobierno ha logrado, después de mucho, estabilizar la producción de crudo. Los datos oficiales reflejan un freno a la caída que se había dado de manera continúa desde 2004.
Pero un aumento en la producción aún está lejano y la meta de 2 millones de barriles para el final del sexenio –la última que se ha dado para la petrolera– aún continúa lejana.
La caída de los grandes campos
Los analistas basan la explicación de la caída en la producción de la compañía en dos grandes factores: una baja en la inversión en exploración, para encontrar nuevos y grandes campos productores de petróleo y un declive en los grandes activos de la estatal.
El ejemplo más emblemático es Ku-Maloob-Zaap, un activo productor de petróleo pesado en el Golfo de México. El conjunto de campos ya atraviesa una etapa de declinación natural y la estatal aún no tiene nuevos activos que compensen su producción. En 2013 el activo aportaba el 70% de la producción nacional, una década después sólo engloba el 30%.
Condensados para subir la producción
La compañía ha encontrado en los condensados, hidrocarburos muy ligeros, la clave para no bajar más su producción.
Pemex obtiene los condensados de dos activos clave, Quesqui e Ixachi. Los campos compensan la caída de otras ubicaciones. La estatal ha crecido en más de 10 veces la producción de condensados durante el sexenio: a inicios de 2019 producía poco más de 20,000 barriles diarios de este hidrocarburo, en enero pasado –el último dato disponible– la cifra ya fue de 285,000 barriles diarios.
Pero mientras esto pasa, la producción de otros hidrocarburos, como el petróleo pesado, va a la baja. Los condensados ya son alrededor del 20% de la producción total de Pemex.