Con presencia en 150 países, 36 marcas globales y casi 500 patentes, L’Oréal es un gigante en el mercado de la belleza, de esos que, de pronto, no sabemos que forman parte de nuestro consumo regular. En México, sus marcas más conocidas y vendidas son Garnier, L’Oréal Paris, La Roche-Posay, Maybelline, CeraVe y Lancôme, todas ellas en algún momento han llegado a manos de 46 millones de consumidores al año que la empresa tiene en el país.
Armstrong, quien comparte nacionalidad española y británica, habla del mercado mexicano como si tuviera años trabajando en él, pese a que se trata de una responsabilidad relativamente nueva. Recibió el ofrecimiento para asumir como CEO de L’Oréal en México entre un tercer plato de paella y el postre en un restaurante de Madrid, donde se desempeñaba como directora general de la División de Productos de Gran Público.
Estaba embarazada de su segundo hijo y tomó la llamada del corporativo que la invitó a asumir la responsabilidad. Con 17 años en la empresa, la directiva ha pasado también por Reino Unido, Francia e Italia.
México, adonde llegó en mayo, es su mayor encargo.Sus colaboradores cercanos la describen como una mujer brillante, eficiente y muy enfocada en la preparación de cada una de sus actividades. Conversar con ella es exponerse a una visión de empresa de corto y largo plazos, siempre acompañada de datos duros, de la realidad de los retos que tiene por delante y mucho reconocimiento a su equipo de trabajo.
De todos los objetivos que plantea, uno se asoma como el más ambicioso: llevar a México del top 10 al top 6 de los principales mercados de la empresa en el mundo. El nombre de los otros países, por política interna y pese la insistencia, no los revela, pero con un guiño asegura que no es tan complicado identificarlos.
El mercado mexicano, afirma, está en crecimiento y comparte dos datos de inmediato: el año pasado creció 14%, una de las cifras más altas a nivel global, y este año siguió acelerando, alrededor de 17%. En todo el mundo, L’Oréal factura alrededor de 41,500 millones de dólares anuales.
“Es un dinamismo muy potente”, asegura Armstrong, con una sonrisa. “Este crecimiento es tanto en volumen como en valor, un mercado muy sano”.