"Las operaciones estarán enfocadas en aeropuertos de menor tamaño y con flujos reducidos, lo que representará grandes retos para ellos. Para lograr escalar y ganar un mayor posicionamiento, será fundamental observar cómo desarrollan sus estrategias y el plan de negocios que implementen en su momento", comenta Julio Zugasti, especialista en la industria aérea de Hogan Lovells, en entrevista con Expansión.
La importancia de contar con una infraestructura robusta se ha vuelto crucial para los grupos aeroportuarios privados en México. En sus últimos reportes financieros, los ingresos adicionales o no aeronáuticos han ganado cada vez más relevancia, demostrando que en la operación de un aeropuerto, los despegues y aterrizajes son solo una de las muchas verticales del negocio.
Por ejemplo, en el caso de OMA, las actividades comerciales, consideradas como ingresos no aeronáuticos, sumaron más de 345 millones de pesos en el primer trimestre de este año, lo que representó un incremento del 11.9%.
Los salones VIP mostraron un repunte del 50.8%, impulsado por un aumento en las tarifas y la apertura de nuevos salones en Tampico, Durango y Reynosa. Los estacionamientos registraron un avance del 9.4% tras un incremento en la tarifa promedio en todos los aeropuertos, mientras que los restaurantes crecieron un 9.1% debido a un aumento en las rentas fijas y la apertura de nuevos espacios en trimestres anteriores.
Para GAP, la situación fue similar, con un incremento interanual del 12.9% en sus ingresos por servicios no aeronáuticos durante el semestre, impulsado principalmente por la apertura de nuevos espacios comerciales y la renegociación de contratos. Las líneas de negocio que mostraron mayor crecimiento incluyeron el arrendamiento de autos, alimentos y bebidas, así como el arrendamiento de espacios.
En el caso de ASUR y los aeropuertos que opera en México, sus ingresos comerciales crecieron un 3.9% interanual en el trimestre, destacándose el arrendamiento de autos, estacionamientos, transportación terrestre, ventas al detalle y tiendas "Duty Free" como las áreas de mayor crecimiento. Un ejemplo ilustrativo es el aeropuerto de Puerto Escondido, que fue entregado a la Sedena a finales de noviembre del año pasado. Este es un complejo pequeño, con 125.93 hectáreas, y actualmente cuenta con un solo establecimiento local en las salas de espera, con algunas mesas para la venta de bebidas y alimentos.
Para Rosario Avilés, analista del sector, la oportunidad para estos nuevos aeropuertos operados por las Fuerzas Armadas radica en identificar y potenciar su vocación de acuerdo con la región en la que se encuentran. Por ejemplo, si un aeropuerto está cerca de una zona manufacturera, podría transformarse en un recinto fiscalizado, lo que podría generar un modelo de negocio rentable.
"Lo que se necesita es darles una vocación clara, y para ello es imprescindible invertir. Esto no sucederá de la noche a la mañana. El problema es que, detrás de la idea de crear grupos aeroportuarios como contrapeso, debía existir una política estatal que los impulsara y generara mayor dinamismo. Se necesita una política pública y recursos para que esto funcione, atraer inversiones y desarrollar un plan real", concluye en una entrevista con Expansión.