Historial de fricciones
En 2019, durante el primer mandato de Trump, su administración puso fin al Acuerdo de Suspensión del Tomate, que eximía a los exportadores mexicanos de aranceles. La decisión resultó en una cuota compensatoria del 17.5% para los exportadores mexicanos, afectando a un sector que representaba más de la mitad del mercado estadounidense de tomates, con exportaciones cercanas a los 2,000 millones en 2018.
La Universidad Estatal de Arizona advirtió entonces que la ruptura del acuerdo podría provocar un aumento de precios de entre el 40% y el 85% en las importaciones de jitomate de México, lo que afectaría tanto a consumidores como a productores estadounidenses. Esta situación generó victorias para los productores de Florida, que habían denunciado supuestas prácticas de dumping por parte de los agricultores mexicanos.
El año pasado, Florida solicitó una investigación sobre productos frescos mexicanos, liderada por Rubio y otros legisladores, que fue desestimada por la entonces Representante Comercial Katherine Tai. No obstante, con el regreso de Trump y la llegada de Rubio a un puesto clave, se espera que estas tensiones se reactiven.
La industria agrícola de Florida, que ha apoyado a Rubio en sus críticas, podría encontrar en esta nueva política un resurgimiento de las protecciones que han buscado por años. Sin embargo, estas medidas también podrían generar tensiones dentro de Estados Unidos, especialmente entre los estados productores de bienes que se benefician del comercio con México.
Ricardo Aranda, maestro en Derecho Internacional, señala que México no se quedará de brazos cruzados ante posibles aranceles adicionales. “México es un comprador importante de productos agrícolas estadounidenses, como lácteos, manzana y maíz, y puede tomar represalias específicas que contrarresten estas medidas”, afirmó.
Potenciales represalias
Entre las represalias mencionadas, Aranda sugiere que México podría enfocarse en productos en los que tiene ventajas competitivas, como aguacates, para minimizar el impacto de las medidas estadounidenses y presionar en sectores donde Estados Unidos es más vulnerable.
El caso de los aguacates es emblemático. México es el principal proveedor de este producto a Estados Unidos, y cualquier restricción podría afectar considerablemente a los consumidores estadounidenses. “Estados Unidos no está en posición de satisfacer por completo la demanda de aguacates por cuestiones climáticas y de producción”, explicó Aranda.
Además de los aguacates, otros productos como la manzana, una de las principales exportaciones agrícolas de Estados Unidos a México, podría ser objeto de represalias comerciales, equilibrando así las tensiones generadas por posibles aranceles.
Retos en el T-MEC
El nuevo escenario podría poner a prueba el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que busca garantizar un comercio justo y libre en la región. “El T-MEC tiene mecanismos para resolver disputas, pero la presión política y económica podría complicar su aplicación efectiva”, advirtió Aranda.
El comercio agrícola entre México y Estados Unidos, que ha sido un pilar en la relación bilateral, enfrenta desafíos significativos. La postura firme de la administración Trump y las posibles represalias mexicanas podrían desencadenar una serie de conflictos que afectarían la estabilidad económica de la región.