El escenario es peor cuando tomamos en cuenta la pandemia de COVID-19, la cual provocó pérdidas de empleo sin precedentes, principalmente para las mujeres. La población femenina también se queda atrás en lo que refiere a acceso a servicios financieros, la OIT apunta que incluso antes de la pandemia, el 56% de las personas que no tenían una cuenta bancaria eran mujeres.
Brecha de género = jubilación precaria
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Defensa y Protección de Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), existen una serie de factores que impiden que las mexicanas alcancen las mismas oportunidades que los hombres, algunos son:
Desigualdad salarial
- Esta situación tiene repercusión directa al llegar a la edad del retiro, ya que, si se toma en cuenta que los hombres perciben un salario 24% mayor, al final de la trayectoria laboral ellos recibirán un saldo pensionario 14% más elevado, en comparación con el de las mujeres, de acuerdo con la Consar.
Trayectoria trunca
- Muchas mujeres se ven en la necesidad de pausar su carrera laboral para dedicarse exclusivamente al trabajo del hogar y al cuidado de su familia. En este sentido, aunque posteriormente retomen su vida laboral, el tiempo fuera de este espacio repercute directamente en su cuenta de Afore individual; como resultado sus ahorros serán insuficientes para jubilarse de una manera digna.
Trabajo informal
- Las mujeres representan aproximadamente el 60% de las personas que trabajan en la informalidad, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En este campo, no acumulan las semanas mínimas de cotización ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) como requisito para su jubilación y pensión.