Esta tasa sirve de guía para el interés que cobran los bancos comunes a las personas y empresas. Si la tasa baja se traduce en crédito más barato, lo que hace que las personas adquieran créditos y compren cosas en lugar de ahorrar (porque el banco te paga menos por guardar tu dinero). Por otro lado, las empresas también piden créditos, que usan para invertirlos en sus empresas, generando más empleos. Todo esto hace que la economía poco a poco retome el crecimiento.
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Pero todo tiene un costo. Bajar la tasa puede hacer que los flujos de capitales disminuyan hacia el país. "Si la tasa de interés es menos atractiva, el inversionista global va a tener menos incentivos para invertir en ese país y podría retirar sus capitales y llevárselos a otro con una tasa más atractiva”, dice Alejandro Saldaña, economista en jefe de grupo financiero Ve por Más.
Esto podría provocar que el tipo de cambio se depreciara, porque los inversionistas venderían esos instrumentos y cambiarían sus pesos por otra moneda, como el dólar. Al aumentar la oferta de pesos, su valor ante el dólar baja.