No todas se han aclarado del todo y la tensión entre los inversionistas se puede percibir. Ejemplo de ello fue la respuesta del mercado a los últimos datos económicos de Estados Unidos. El último reporte de ventas minoristas mostró una caída de 1.1% en julio, tras el anuncio, los índices S&P 500 y el Dow Jones cayeron 1.1% y 1.2%, respectivamente.
De acuerdo con una encuesta hecha por Goldman Sachs a 844 inversionistas institucionales prácticamente la mitad (49%) percibe a la variante delta como el principal riesgo para que el rebote económico vaya a un menor paso que la inflación. Claro que a diferencia de meses atrás, las vacunas están probando ser efectivas por lo que los gobiernos toman medidas menos restrictivas, según explicó Gabriela Soni, directora de inversiones de UBS México.
Por ello es que a pesar de las caídas vistas en los últimos días y el aumento en casos de COVID-19, los principales índice de Wall Street aún permanecen cerca de sus máximos históricos.
Los inversionistas aún perciben que las expectativas de la economía a nivel global serán mejores y se refleja en el S&P 500, que en lo que va del año acumula una ganancia de 17.4%. En México, casi ocho de cada 10 inversionistas mexicanos mantienen una postura optimista, según la última encuesta elaborada por el banco de inversión suizo UBS.
El efecto catsup
En menor medida, los inversionistas aún mantienen bajo la mira al peso mexicano, que es la moneda más líquida entre los países emergentes. Aunque a lo largo del año, el dólar no ha roto el techo de los 22 pesos en el mercado spot, seis de cada 10 inversionistas dijeron estar preocupados sobre una depreciación de la moneda mexicana, de acuerdo con la encuesta hecha por UBS a 150 inversionistas y 50 empresarios en México.
Otro foco de atención sigue siendo la inflación. Las dudas aún giran en torno sobre la duración de presiones generalizadas en los precios. Sin embargo, la teoría de que la inflación fuera de los rangos objetivos es pasajera parece ganar adeptos debido a que ciertos precios de servicios y productos, como los viajes y los autos usados, comienzan a normalizarse.
En palabras de Paul Donovan, economista en jefe de UBS, es posible que haya cuellos de botella en las cadenas de suministro que necesitan que algo suceda para que se normalice la producción, tal como se destapa una botella de catsup.