La calificación de Tesla ha estado empantanada, aunque este año parece ganar tracción. En octubre, la agencia Standard & Poor’s colocó la calificación en “BB+”, desde “BB”. Esta nota pone la deuda de Tesla a un escalón de la zona de inversión. También, en marzo, otra de las tres principales agencias calificadoras, Moody’s, mejoró la nota crediticia de “B2” al -aún grado especulativo- “Ba3”.
A diferencia de otros años, los analistas destacaron que las ventas de acciones de Tesla a lo largo del año pasado inyectaron liquidez y redujeron los riesgos crediticios. “Con más efectivo en su hoja de balance que deuda total, la compañía parece poder financiar fácilmente su expansión mundial”, señaló la calificadora S&P. “Además, ese colchón de efectivo ayudará a la empresa a sortear los cuellos de botella de la oferta a corto plazo”.
Esta presión en su deuda se alivió a finales de 2020, cuando Tesla salió a recaudar 5,000 millones de dólares con la venta de acciones, con miras a expandir la producción de sus vehículos eléctricos y construir plantas en Berlín y en Austin, Texas.
La racha positiva de Tesla en Bolsa también es impulsada por sus últimos resultados financieros. Al cierre del tercer trimestre de 2021, sus ventas aumentaron 72%, superando las estimaciones del mercado y a pesar de la crisis que vive la industria por la falta de semiconductores.
“No vemos que se ponga en duda la idea de que Tesla es el ‘asesino de la categoría’”, señaló en un reporte Barclays. Sin embargo, la nota crediticia y los análisis de entidades financieras aún reflejan ciertos riesgos. Para los analistas de Barclays, Tesla aún debe de superar los costos de materias primas, potenciales riesgos al escalar la producción en las plantas de Berlín y Texas, así como posibles retrasos en la producción de sus nuevos vehículos Cybertruck y la entrada de nuevos competidores que reduzcan su participación de mercado.